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La Obediencia

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Hay una gran maldición en el cristianismo nominal – entre las personas que invocan el Nombre de Jesucristo. Esa maldición es simple y sencillamente la OBEDIENCIA. No debería ser así. Todo aquel que invoca Su Nombre debería estar diciendo tanto con sus labios como con su corazón, “Me deleito en hacer Tu voluntad, oh Señor, mi Dios.” La obediencia debería ser una bendición y no una maldición.

¿Por qué digo que la obediencia es una maldición? Porque muchos que profesan creer en Él desprecian la obediencia. Ellos aborrecen Su ley y lo aborrecen a Él. No es simplemente como un mono sobre sus espaldas sino King Kong mismo. ¿Cómo lo sé? Porque cuando yo hablo de genuina obediencia al Señor, me aborrecen y la agarran contra mí por eso. Ellos suponen que la religión con todas sus actividades y costumbres es obediencia y si yo digo que es otra cosa, ellos crujen sus dientes y escarnecen.

“Este pueblo se acerca a mí con su boca, y de labios me honra, pero su corazón lejos está de mí. Pero en vano me honran; enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.” (Mateo 15:8-9 RVG)

A menos que ustedes obedezcan a Dios, sus palabras y canciones de alabanza son como insultos.

Hubo un tiempo en que yo miraba ciertas ciudades como particularmente religiosas al considerar cuántas iglesias tenían. Parece como que la adoración a Jesucristo es una pandemia en Norte América. Encienda la televisión o la radio y usted será expuesto a horas de programación y predicación religiosa. Abra su periódico en la sección religiosa, y usted encontrará montones de anuncios invitando a servicios y actividades religiosas. No hay carencia de reuniones religiosas o de estudios Bíblicos.

Sin embargo, yo echo una segunda mirada y por todas partes veo iniquidad y corrupción. Veo perversión a diestra y a siniestra, delante de mí y detrás de mí. La tierra está llena de vileza. El orgullo está regado por todas partes. La codicia es una enfermedad contagiosa que se pasa con una simple mirada o pensamiento. Echo una tercera mirada y veo que los que se dicen ser cristianos no son menos culpables que los que no hacen ninguna profesión de fe. No queda nada más que ‘show’ y farsa. Si hay un pecado que el Señor condena, es la hipocresía. Por lo tanto, los que se dicen ser cristianos son más culpables.

“¿Por qué ustedes me llaman Señor, Señor, y no hacen lo que Yo digo?” (Lucas 6:46 NBLH)

Aparten sus rostros de los mundanos, “cristianos.” Después de todo, ustedes van al Cielo, y ellos no, ¿verdad? Sabandijas santurronas, ¿creen ustedes que serán pilares en el Templo de Dios? Yo les digo, tendrán suerte si llegan a ser el tapete de bienvenida en el infierno, y aun ahora ya están sirviendo de custodios de las puertas del hades. Ustedes invitan a los ciegos y a los ignorantes a entrar, y una vez que los tienen, se rehúsan a dejarlos salir.

Vayan a sus iglesias, tangan sus cultos de adoración, canten y griten alabanzas a Dios y cuénteles a otros acerca del gozo de Cristo, agregando así otra garantía para la supuesta entrada de ustedes al cielo. Si son tan generosos como para soltar uno de sus dioses, es decir el dinero, denlo a su iglesia, hasta que no les quede nada, sólo para demostrar su fe y fidelidad.

Pero yo les tengo noticias a ustedes. A menos que obedezcan a Dios, su dinero es como un sacrificio de trapos menstruosos en Su altar; sus palabras y canciones de alabanza son como vehementes insultos; su predicación es como amargos chismes y calumnias; sus brazos alzados y manos extendidas son como mostrar los puños en enojo listos para despedazar a su Creador, lo cual ustedes hacen en todos sus caminos. Los cultos que ustedes hacen son como viles orgías. Los edificios donde ustedes adoran son casas de mala reputación, llenas de rameras y apostadores – rameras porque ustedes prostituyen todo lo bueno, apostadores porque ustedes suponen que al invertir en espectáculos ocasionales de reverencia, ganarán mucho más.

En realidad ustedes atesoran para sí mismos un juicio severo para el día final.

Lo que Dios quiere es obediencia y realidad.

Ese día ha llegado; ya está aquí. Ustedes ya no pueden escapar. Ya no pueden esconderse; lo que han ocultado ahora quedará expuesto. Aunque han tenido éxito en engañar a su prójimo y a ustedes mismos, ahora les toca a ustedes un rudo despertar para que se den cuenta que no han engañado a Dios. Él no tolerará más.

Dios no está interesado en sus obras. Él no está interesado en sus lágrimas. Él aborrece sus sacrificios, sus incoherencias religiosas verbales, sus sonrisas y demostraciones de amistad para otros. Él repudia su membrecía y asistencia a la iglesia, su memorización de versículos, sus esfuerzos por evangelizar para salvar al mundo. Él aborrece eso. Lo que Él quiere es obediencia y realidad.

“¿Tiene el Señor tanto contentamiento con los holocaustos y víctimas, como en obedecer a las palabras del Señor? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios; y el prestar atención que la grosura de los carneros: Porque la rebeldía es como el pecado de adivinación, y como iniquidad e idolatría la obstinación….” (1 Samuel 15:22-23)

Sepan esto, ustedes que dicen que aman a Jesús, ustedes que dicen que son nacidos de nuevo, ustedes que dicen ser bautizados en el Espíritu Santo, ser capaces de profetizar, de hablar en lenguas, de hacer grandes cosas para la gloria de Dios:

“No todo el que me dice Señor, Señor, entrará al Reino de los Cielos, sino aquel que haga la voluntad de Mi Padre.” (Mateo 7:21 RVG)

“¿Obediencia a qué? ¿Cuál es Su voluntad?” preguntarán ustedes. Una pregunta importante. Pregunten, deseando saberlo genuinamente, y lo sabrán. El Señor quiere que ustedes lo sepan, y Él me ha enviado a decírselo a ustedes.

Las leyes de naturaleza física y mental deben obedecerse, no ignorarse.

Hay tres niveles de obediencia:

1) Usted debe poner atención al sentido común en los asuntos cotidianos.

Aunque en la Biblia se cubren muchos asuntos de manera específica, no dice una palabra sobre fumar, por ejemplo. Si un hombre no puede razonablemente concluir que fumar es dañino y por lo tanto malo, no tiene esperanza. Ese hombre es necio y debe dejarse en su destructiva elección. (No estoy hablando de alguien que quiera dejar de fumar pero que no puede, sino de quien piensa que no hay ningún problema con fumar.)

Los principios de sentido común son leyes de Dios, aun los mismos Diez Mandamientos. ¿Cómo? Sigamos con el tema de fumar y veamos:

Fumar lo mata a usted y a todos los que respiran el humo que usted fuma. Usted es culpable de romper el mandamiento que dice, “No matarás.” Al causar enfermedad pulmonar, enfermedad del corazón y cáncer en usted mismo y en otros, usted crea más impuestos para los contribuyentes, para sus vecinos y para todos en la sociedad. Usted es, por lo tanto, culpable del mandamiento que dice, “No robarás.” También rompe la ley que dice, “Honra a tu padre y a tu madre.” Después de todo, ¿quieren ellos que usted muera? ¿Cree usted que ellos disfrutan verlo a usted sufrir y quizás precederles a ellos? De hecho, el fumador rompe cada uno de los Diez Mandamientos. La persona que dice, “Es asunto mío si quiero fumar,” es un tonto condenado.

Las leyes de naturaleza física y mental deben obedecerse, no ignorarse.

2) Usted debe obedecer los mandamientos explícitos de las Escrituras.

Si usted no sabe cuáles son, averígüelas por su vida. No hay tanta dicha en la ignorancia como dicen. Sin ese conocimiento usted está muerto.

Por ejemplo, ¿se da cuenta usted de que si aborrece a su prójimo, usted es un homicida y es tan culpable a los ojos de Dios como cualquier sentenciado a muerte a quien usted conozca? ¿Se da cuenta usted de que si usted es casado y desea a otra mujer, usted es culpable de adulterio? ¿O si usted no es casado y desea a una mujer, usted es culpable de adulterio si ella es casada o de fornicación si es soltera?

¿Cree usted que escapará de las consecuencias de tales pecados porque no se han manifestado externamente, o porque un hombre no lo ha confrontado o convencido a usted de esos pecados? Conozco a personas que han recibido la pena de muerte o quienes están en un proceso de muerte por sus asesinatos secretos, pues sus pecados no son secretos para Dios y Él es el Juez Quien juzga todo pecado. ¿Cree usted que la gente no sufre de cáncer o del corazón por estar llenos de amargura o de odio?

¿Cómo es que usted continúa en sus pecados como si Él no existiera?

“¿Dónde está la justicia?” se preguntará usted con enojo cuando ve que un asesino sólo recibe tres años de cárcel o que sale totalmente libre. ¿Cree usted que alguien se escapa? Nadie se escapa… nunca.

Aunque las leyes de los hombres no cubran pecados mentales o del corazón, las leyes de Dios sí lo hacen. Usted dice que usted cree en Dios, pero ¿De verdad? ¿Cree que Él lo va a juzgar a usted de acuerdo a Su Ley, la cual es mucho más exigente que la del hombre, y que Él le pedirá cuentas a usted aun del pensamiento o de la idea de romper Sus Leyes? Si usted cree en Dios, ¿Cómo es que usted continúa en sus pecados como si Él no existiera?

Está escrito:

“No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” (Gálatas 6:7 RVG)

Algunos dicen que la Biblia es un gran libro. Yo les digo que es más que un gran libro. Habla la verdad; si habla la verdad, ¿por qué usted no la lee y le cree y hace lo que Ella le dice que haga? ¿No se le ha ocurrido a usted que si no lo hace, las maldiciones por ignorancia y desobediencia que Ella pronuncia seguramente caerán sobre usted?

Algunos dicen que Jesús es el Hijo de Dios. Aun si a Él sólo se le reconociera como a un hombre sabio y un gran maestro o profeta, la gente debería poner atención a lo que Él dice. Los sabios o los profetas de Dios no son ni tontos ni engañadores. Los maestros no son grandes maestros si no saben de qué están hablando. Pero Él es el Hijo de Dios, y lo que Él dice es así. Sobre los mandamientos de las Escrituras, Él dijo:

“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo sea cumplido. De manera que cualquiera que quebrantare uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñare a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los hiciere y enseñare, éste será llamado grande en el reino de los cielos.” (Mateo 5:17-19 RVG)

El Señor conoce sus corazones y sus ídolos.

Estas dos áreas de obediencia discutidas anteriormente (el sentido común y los mandamientos en las Escrituras), aunque necesarias y buenas, no son suficientes para ser salvo, “porque ningún hombre será justificado por las obras de la ley.” Esto nos lleva a la crucial tercera área de obediencia:

3) Usted debe obedecer a Dios por fe.

Él tiene ciertos requisitos personales para cada persona que Él llama. Estos requisitos no están específicamente detallados en la Ley de Dios pero están incorporados en ella. Por ejemplo, el Señor nos ordenó a mi esposa y a mí que nos mudáramos a Lethbridge. Vinimos aquí por fe, obedeciendo a Dios.

¿Cómo está esto incorporado en la Ley de Dios? Está escrito que debemos amar al Señor con todo lo que somos, no teniendo otros dioses delante de Él. Si yo hubiera decidido no venir a Lethbridge, contrario al mandato de Dios, habría sido solamente porque yo hubiera tenido otra preferencia y por lo tanto que no lo amaba con todo mi corazón, alma, mente y fuerzas.

Otra preferencia es un Dios delante de Él. Eso puede ser cualquier cosa buena o mala en sí misma, tales como la esposa o el esposo, un hijo o hijos, una madre o padre, un empleo, un pasatiempo o deporte, seguridad, comodidades, actividades recreativas, astucia, belleza, educación, estatus, poder, dinero, amigos, salud, fama o reconocimiento, comida, televisión, cualquier posesión -grande o pequeña, estrellas de cine, algún deseo o vicio.

Los cristianos tienen muchos dioses aparte de los dioses comunes del mundo, tales como la iglesia, los tiempos de oración, la Biblia, los cultos de adoración, pastores, rebaños (congregaciones), justicia propia, y aceptación por la familia de la iglesia.

Sus Leyes y directrices personales siempre son para nuestro bien.

Este tercer punto de obediencia es crucial porque es el área de la fe. “Sin fe es imposible agradar a Dios,” y “por fe somos salvos.” Crucial porque aquí es donde está la cruz y la muerte suya. El Señor conoce sus corazones y sus ídolos; Él conoce, por lo tanto, sus necesidades, y Él da mandamientos personales para llenar esas necesidades. Al obedecer, usted es salvo. Al desobedecer, usted pierde. Aquí es donde las cosas empiezan a caminar.

Una vez conocí a un hombre que era muy apegado a su perro. La Policía Montada Real de Canadá, me dijo él, había hecho un arreglo con él para comprarle el perro, porque el perro se miraba muy prometedor. Cuando se llegó la hora de entregar al perro, no pudo hacerlo. Yo recibí del Señor que él tenía que entregar al perro en obediencia al Señor, y se lo dije. Él se fue condenándome que yo era un predicador de atadura.

Dios le pidió a Abraham que entregara (aun que matara) a su único hijo; Jesús le pidió al joven rico que entregara su gran riqueza; yo le pedí a este hombre que entregara su perro. Si yo soy un predicador de atadura, entonces ¿qué es Jesús sino el Tirano de tiranos? Este hombre era esclavo de su perro, el Señor quería libertarlo de su atadura, ¡y Él fue acusado de imponer atadura! Así que el hombre sigue en sus cadenas hasta la fecha, sea que el hombre aún tenga al perro o no.

Para este hombre su perro es un dios. Los idólatras sólo pueden esperar el lago de fuego (Apocalipsis 21:8).

Todas las buenas obras y acciones no compensarán por la adoración a otros dioses. Él no aceptará sustitutos; esos no resolverán el problema. Dios no es falto de sabiduría ni actúa sin propósito al escoger el punto de obediencia para cada persona. Si mi jefe me pide que me ponga lentes de protección porque estaré trabajando en una cantera, ¿de qué me serviría ponerme guantes en las manos en vez de eso? ¿Se salvarán con eso mis ojos?

Pueblo, Sus leyes y directrices personales son siempre para nuestro bien; son para ayudarnos y no para estorbarnos o cargarnos. Él no es un dictador egoísta; Él busca lo mejor para nosotros. ¿Por qué no habríamos de obedecer y vivir?

Sólo hay una manera de obedecerle de corazón y esa es haciendo lo que Él pide.

Esta tercera área de obediencia es la más difícil. A veces parecerá que los mandamientos de Dios podrían contradecir lo que parecer ser bueno, razonable, lógico, correcto o verdadero. Usted deberá saber que lo que ha recibido es del Señor y no simplemente su propia imaginación o la de alguien más.

Pero Él sí pide cosas extrañas y cosas que parecen contradecirlo aun a Él Mismo. Seguramente Abraham tuvo ese problema cuando a él se le pidió que ofreciera a Isaac como sacrificio, lo cual sólo los paganos hacían; antes del tiempo de Abraham estaba escrito, “Quien quiera que derramare la sangre de un hombre, por un hombre será derramada su sangre…” (Génesis 9:6). Sin embargo, Abraham sabía que Dios le había hablado, y él obedeció.

Alguien preguntó si Dios estaría satisfecho si le obedecemos en nuestros corazones. En otras palabras, “El pensamiento es lo que cuenta.” En verdad, la obediencia debe venir del corazón, pero esa obediencia se manifestará en lo que hagamos. Sólo hay una manera en que podemos obedecerle a Él en el corazón y esa es haciendo lo que Él pide. Le fe sin obras es muerta igual que lo es el cuerpo sin el aliento. Él produce en nosotros el querer como el hacer por Su buena voluntad; nosotros debemos actuar.

Aunque a Abraham se le pidió algo que claramente contradecía las Leyes de Dios, a nosotros se nos puede pedir algo que sólo parezca contradictorio, tal como salirse de la iglesia de uno. “¿Cómo puede ser eso?” se preguntaría uno. “¿No quiere Dios que vayamos a Su Iglesia?” pero yo pregunto, “¿Cuál es Su Iglesia?” ¿Cómo es que uno ‘va a la iglesia’?” En la Biblia no existe tal cosa como ir a la iglesia.

¿Sabe usted si la organización a cuyas reuniones y servicios usted asiste es la Iglesia de Dios, o sólo es que a usted se lo han dicho los que asisten allí? ¿Recibió usted ese conocimiento por revelación del Señor, o usted sólo está asumiendo que son Iglesia de Dios porque dicen ser cristianos, le llaman iglesia a su grupo, tienen un pastor o líder, tienen cultos regulares, cantan himnos y alabanzas, oran, leen y predican la Biblia y se comportan de manera amigable? Si es por estas cosas, usted juzga según las apariencias externas, lo cual no es suficiente.

Los profetas fueron enviados por Dios a hablarles precisamente a estos grupos, porque Su juicio sobre ellos era inminente; Él estaba disgustado. Ellos lo rechazaban a Él y perseguían a Sus profetas. Si usted se asocia con los tales, usted es tan responsable por apedrear a los profetas y por crucificar a Cristo como lo fueron quienes lo hicieron personalmente. Créalo; esto es verdad.

“Hay caminos que al hombre le parecen derechos, pero su final es de muerte.” (Proverbios 14:12 RVG)

Es tiempo de examinarlo todo si usted quiere caminar con Dios.

Dios no pasa por alto lo que sea necesario en cualquier tiempo.

El Señor dice que la desobediencia es rebelión, y la rebelión es como hechicería. Por lo tanto, ustedes que desobedecen a Dios, aunque digan amarle y servirle a Él, no pueden condenar a los hechiceros y a los adoradores de Satanás, porque ustedes no son mejores que ellos sino hasta peores; ustedes deberían saberlo. Ustedes profesan creer en el Señor, mientras que ellos no, y ustedes dicen creer que la Biblia fue dada e inspirada por Dios, mientras que ellos no lo creen.

¿No dijo el Señor que Él prefería que fueran fríos en vez de tibios? Me impresiona a mí que las Escrituras declaren que los creyentes tibios serán vomitados de la boca de Dios, pero ellos siguen adelante y miran de menos a su izquierda y a su derecha (a los fríos y a los calientes), e ignoran totalmente su propio estado. Tal es con seguridad parte de la condición de ser tibio y la esencia de ello.

Ustedes siguen adelante en su mal llamado andar cristiano y se preguntan, “¿Dónde está la paz, el gozo, el poder y la comunión con Dios?” ¿Por qué mis asuntos son un desastre? ¿Por qué Él no oye mis oraciones? ¿Por qué no escucho yo Su voz?” La respuesta es que ustedes no hacen lo que se requiere de ustedes.

Si ustedes ignoran la primera área de la obediencia, ¿Por qué habría Él de hablarles de la segunda área? Si ustedes desobedecen la segunda, ¿Por qué habría Él de darse a conocer a ustedes personalmente dándoles mandamientos que los llevarán más alto a ustedes? Dios no es un tonto, Él no es un mendigo y Él no pasa por alto lo que sea necesario en cualquier tiempo. Primero es lo primero. En Hechos 10, vemos que Cornelio era un hombre devoto antes que fuese salvo, y fue oído por Dios porque él era temeroso de Dios, lo cual es sólo otra manera de decir que él respetaba mucho lo que Dios decía y requería.

Hay quienes creen o pretenden que tienen la bendición de Dios. Ellos dicen tener paz y gozo ya sea porque saben que se supone que deberían tener eso y hacen lo mejor por demostrarlo, o porque han sido seducidos por espíritus que les provocan sentimientos maravillosos. Hay algo repugnante que se ha esparcido en todo el mundo: La gente siente toda clase de éxtasis creyendo que son de Dios; ¡y trate usted de hablar con ellos! Uno bien puede estar hablando con el mismo diablo. No sólo lo ignorarán o estarán en desacuerdo con usted, sino que a veces se pondrán violentos. Si yo los presiono un poquito, encuentro que no tienen fundamento, ni sustancia, ni conocimiento de Dios o de las Escrituras, pero “¡se sienten realmente súper bien!” Ellos sospechan que los que hablan la verdad son los que están engañados y que son hasta anti-Cristos por hablar contra algo “tan bueno y obviamente de Dios.”

Si usted obedece, su sangre correrá.

Clame al Señor con corazón sincero y no simplemente de labios. Si usted clama a Él, prepárese para hacer lo que sea que Él requiera de usted. Si usted no tiene un corazón veraz, pídaselo a Él. Esa es una oración que no quedará sin respuesta.

¿Verdaderamente quiere usted hacer la voluntad de Dios? ¿Quiere usted conocerlo y oír de Él en todos los asuntos de su vida? ¿Quiere usted que Dios se dé a conocer a usted? Así es como funciona (Dios mediante):

“El que tiene Mis mandamientos, y los guarda, éste es el que Me ama; y el que Me ama, será amado por Mi Padre, y yo le amaré, y Me manifestaré a él.” (Juan 14:21 RVG)

Sus mandamientos son las instrucciones personales para usted. Esas son las más difíciles de obedecer. Estas requieren su corazón, su vida. ¿Recuerda al joven rico? Él guardaba toda la Ley desde su juventud, decía él. Luego vino lo que se requería de él personalmente:

“Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes, y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven y sígueme.” (Mateo 19:21 RVG)

El hombre no tenía fe. Siendo que guardaba todos los mandamientos, uno creería que sí la tenía. Sin embargo, se necesita poca o nada de fe para guardar la Ley.

La Ley dice, “Honra a tu padre y a tu madre.” Pero ¿qué va a hacer usted cuando Cristo le diga, “Deja a tu padre y a tu madre,” o, “Deja que los muertos entierren a los muertos”? ¿Tendrá usted fe? ¿Obedecerá usted?

El Señor pone su dedo en los conflictos de su vida, y esos nunca serán fáciles para usted. Si usted obedece, su sangre correrá. Dios no se compromete con los de corazón a medias. Todos los que Él llama deben venir a Su Hijo mediante la cruz. No hay otro camino. Dar su cuerpo para ser quemado no es suficiente; Dios requiere obediencia y no sacrificio.

No satisfagan los deseos de su carne, especialmente no en Mi Nombre.

Pueblo Mío, los que son llamados por Mi Nombre, salgan de en medio de los hacedores de iniquidad, quienes aman la alabanza de los hombres. Salgan de en medio de los amadores de los placeres que buscan sólo pasarla bien. Arrepiéntanse de sus pecados, apártense de sus dioses, desháganse de toda su falsedad, busquen lo recto, busquen el bien los unos de los otros y no sólo el bien propio.

Dejen de jugar sus juegos. Yo no estoy jugando. Seguramente ustedes ya lo saben. No satisfagan los deseos de su carne, especialmente no en Mi Nombre. No amen al mundo, no hagan lo que les dé la gana, sino busquen la santidad del corazón.

Entonces serán ustedes Mis hijos e hijas, y Yo los recibiré y seré un Padre para ustedes, para sostenerlos, para consolarlos, para proveerles, para protegerlos de todo mal y para bendecirlos y guardarlos siempre. Entonces conocerán la paz que andan buscando.

No dejen que Mi ira se derrame sobre ustedes. Apártense de entre los que toman Mi Nombre en vano, que enseñan doctrinas de demonios, engañándose a sí mismos y a otros, y destruyéndose a sí mismos mientras están engañados pensando que Me sirven y Me honran.

Miren a su alrededor. Yo no he traído la muerte, la enfermedad, el divorcio o los problemas financieros de puro gusto. No he traído eso como pruebas, para probarlos a ustedes o a quienes les rodean. Lo he traído a causa de sus pecados y a causa de las compañías que ustedes mantienen.

Arrepiéntanse, y Yo los perdonaré. Salgan de allí, y Yo los sanaré, los limpiaré y los libertaré. Escojan la vida y no los placeres, y Yo les daré placer eterno. Así dice el Señor.

Obedézcale a Él por fe en cualquier cosa que Él requiera de usted, y usted será libre.

CONCLUSIÓN

Hay tres áreas de obediencia:

1) Asunto de sentido común.

Haga lo correcto, absténgase de lo malo.

2) Guarde la Ley.

La Ley nunca fue desechada. (Si me equivoco, haga usted todas las cosas que su carne desee. No hay problema porque si la Ley ya no está en vigencia, no hay más castigo.)

3) Sepa qué es lo que Dios requiere de usted personalmente, y obedezca a todo costo.

Entonces usted recibirá la recompensa del Cielo, y Jesucristo se manifestará a usted. Usted conocerá la verdad y la verdad le hará libre. ¿ES USTED LIBRE?

Las primeras dos áreas de obediencia le beneficiarán a usted grandemente, pero esas no le harán libre. Usted debe creer en el Señor Jesucristo para ser libre. Obedézcale a Él por fe en cualquier cosa que Él requiera de usted, y usted será libre. No escuche a sus compañeros religiosos ni a los líderes de sus iglesias organizadas. Si ellos fueran siervos de Dios para bien suyo, ellos no estarían allí. No se entretenga con carne ni sangre. Usted debe estar preparado para salir, como lo hizo Abraham, si es necesario usted solo, y casi siempre es así.

“Fiel es Aquél que los llama, el cual también lo hará.” (1 Tesalonicenses 5:24 NBLH)

Víctor Hafichuk

Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero

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