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Las Opiniones

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“Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y trayendo cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo.” (2 Corintios 10:5 RVG)

Son muchos los que se han encerrado en la idea de creer que ellos, en esta vida, solamente podrán obtener opiniones, cuando más. Ellos no pueden darse cuenta de que Dios ha prometido, sí, insiste en algo mucho mejor:

“Pero si alguno de vosotros es falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5)

Dios no da Su “opinión.”

En verdad, Dios ordena que caminemos en la Verdad:

“Jesús le dijo: Mujer, créeme; la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis [opinión]; nosotros adoramos lo que conocemos [Verdad], porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad [no opinión].” (Juan 4:21-24)

Dios no da Su “opinión.” Él habla lo que es. Cuando Él envía a Sus siervos, los profetas, apóstoles, evangelistas, pastores, maestros y a todos los discípulos/creyentes a hablar, Él no los manda a hablar las opiniones de ellos. Él no los envía a asumir, ni a especular, ni a suponer. Él no los envía a hablar “sus verdades,” sino la verdad, Su verdad. Solamente hay una verdad, contrario a las opiniones de hombres necios, arrogantes, ignorantes, santurrones y rebeldes. Sólo la verdad hace libre.

Las opiniones, por lo tanto, son quitarle, o agregarle, a la Palabra de Dios, la cual es Verdad. ¿Qué dice Dios acerca de las consecuencias de eso? Él dice, por medio de su amado discípulo, quien rindió su vida no sólo por tener una opinión sino por el privilegio de tener la Verdad:

“Yo, Juan, testifico a todos los que oyen las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añade a ellas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro; y si alguno quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa descritos en este libro.” (Apocalipsis 22:18-19 LBLA)

La opinión es una ofensa tan seria y tan frecuente que Dios hace la misma advertencia contra eso en tres ocasiones:

“No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno.” (Deuteronomio 4:2)

“Toda palabra de Dios es pura [no simple opinión; ¿qué hombre puede decir que su opinión es pura?]; Él es escudo a los que en Él esperan. No añadas a sus palabras, no sea que Él te reprenda, y seas hallado mentiroso.” (Proverbios 30:5-6)

En cuanto a las cosas de Dios, a nosotros no se nos permiten las opiniones.

La verdad hace libre. La verdad no es una opinión. Una opinión no es la verdad. Una opinión nunca ha hecho libre a nadie. La gente tiene la idea (opinión) de que no se puede tener la verdad, sólo opiniones acerca de la verdad. Por lo tanto ellos se encierran a sí mismos, y a todos lo demás, en atadura, pérdida, sufrimiento, dolor y muerte.

En cuanto a las cosas de Dios, a nosotros no se nos permiten las opiniones. Aun en los asuntos de vida o muerte en este mundo no se permiten las opiniones sin que haya consecuencias.

Un buen doctor sabrá de qué está hablando y hará lo necesario para tratar al paciente exitosamente para recuperar o mantener su salud. Otro que opine sobre la condición del paciente y sus necesidades, y actúe de acuerdo a esa opinión, puede, en el mejor caso, no hacer bien; puede hacer daño y, en el peor caso, hasta matar. Sucede todo el tiempo.

Ahora mismo, hay una demanda contra un doctor en el este de Canadá quien les diagnosticó cáncer de mama a varias mujeres. A ellas les quitaron los pechos y fueron sometidas a una quimioterapia tóxica, destructora del sistema inmune (la cual, a propósito, nunca ha curado a una mujer con cáncer de mama). Estas mujeres no tenían cáncer de mama. Era solamente la opinión del doctor.

Se nos dice que debemos buscar una segunda opinión. ¿Por qué? Porque esas son sólo opiniones. Los que tratan mediante opiniones son falibles. ¿Sucede así con los hombres de Dios y todos los verdaderos creyentes quienes sirven y hablan fielmente? ¿Pueden ellos no, o no deben, hablar la verdad? ¿No es Dios infalible? ¿Se puede confiar en Él? ¿Busca Dios lo mejor para nosotros? ¿Está seguro Él de hablar lo que se necesita? Créalo que sí.

“¡Y ahora miramos hacia atrás en todas estas cosas y damos gracias a Dios, un raudal de gracias! Cuando ustedes recibieron el Mensaje de Dios que les predicamos, no lo tomaron como simple opinión humana, sino que lo recibieron de corazón como la verdadera palabra de Dios para ustedes, lo cual es, ¡Dios mismo trabajando en ustedes los creyentes!” (1 Tesalonicenses 2:13 – El Mensaje)

Esto es lo que un fiel siervo, hablando no su opinión sino la verdad, les dijo a los verdaderos creyentes:

“Mas ustedes tienen la unción del Santo, y ustedes saben todas las cosas.” (1 Juan 2:20)

“En cuanto a ustedes, la unción que recibieron de Él permanece en ustedes, y no tienen necesidad de que nadie les enseñe. Pero así como Su unción les enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como les ha enseñado, ustedes permanecen en Él.” (1 Juan 2:27)

Él no dijo, “Ustedes podrán tener su opinión o letrada suposición en todo.” Jesús prometió esto:

“Pero cuando el Espíritu de Verdad venga, Él os guiará a toda verdad; porque no hablará de Sí mismo, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber las cosas que han de venir. Él Me glorificará a Mí [La Verdad]; porque tomará de lo Mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre, es Mío; por eso dije que tomará de lo Mío, y os lo hará saber.” (Juan 16:13-15)

Una opinión no puede declararse como Verdad. La Verdad no puede clasificarse como opinión.

¿Estaba Él hablando de otro mundo o de otra vida? ¿No les fue dado el Espíritu de Verdad a Sus seguidores en este mundo, en esta vida el día de Pentecostés, como se había prometido? ¿No sería razonable que los frutos, los efectos del Espíritu, el propósito que Él tuvo al dar Su Espíritu, también fuera para este mundo y esta vida? Por supuesto que sí. ¿Con qué base podría uno pensar que sería de otra manera? La única razón por qué la gente cree diferente es porque aún les falta experimentarlo a Él y Sus promesas. Sin embargo, muchos que no lo han conocido a Él presumen conocer la verdad, ¡aun cuando ellos abiertamente declaran que sólo es la opinión de ellos! ¡Qué círculo de confusión y de contradicción!

Piense en esto: Una opinión definitivamente no puede declararse como Verdad. ¿No es así? También, la Verdad no puede clasificarse como simple opinión. Por lo tanto, las dos son contrarias entre sí. Una es de Dios (Jesús dijo que Él es la Verdad) y la otra es del maligno, Satanás, el mentiroso. ¿No vino Satanás, al principio, a darle su opinión a Eva? Cuando Eva le respondió a Satanás que Dios había dicho que morirían después de comer del Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal, Satanás dio su punto de vista de las cosas:

“Y la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no morirán. Pues Dios sabe que el día que de él coman, se les abrirán los ojos y ustedes serán como Dios, conociendo el bien y el mal.” (Génesis 3:4-5 NBLH)

Siguiendo una opinión, Eva fue engañada y Adán, siguiéndola a ella, cayó.

Por lo tanto, no es de extrañarse que no se nos permita dar nuestras opiniones en cuanto a las cosas de Dios. Podemos ver por qué eso es así. No se origina en Dios o en Su Palabra. Dios no nos está dando opiniones para vivir por ellas:

“Pero como Dios es fiel, nuestra palabra a ustedes no es ‘sí y no.’ Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que fue predicado entre ustedes por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no fue ‘sí y no,’ sino que ha sido ‘Sí’ en Él. Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son ‘Sí.’ Por eso también por medio de Él, es nuestro ‘Amén’ (así sea), para la gloria de Dios por medio de nosotros.” (2 Corintios 1:18-20 NBLH)

El origen de las opiniones acerca de Dios y de las cosas de Dios es malvado.

“Mas sea vuestro hablar, Sí, sí; No, no. Porque lo que es más de esto [opiniones], de mal procede.” (Mateo 5:37)

El origen de las opiniones acerca de Dios y de las cosas de Dios es malvado, declara la Biblia, no como una opinión, sino como la verdad. El apóstol Pablo no andaba con opiniones. Él estaba crucificado con Cristo, apartado de la necedad de confiar en las opiniones:

“Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire.” (1 Corintios 9:26).

La humanidad se enorgullece en la falsa humildad de decir que es “sólo mi opinión.” Pero son las opiniones, ¿o no es así? lo que nos divide de Dios y a los unos de los otros. La gente actúa como que si al tener una opinión, y al permitirles también a otros tener la suya, así están promoviendo la paz y la buena voluntad. Mientras escogen opinar, muchos creen que están siendo objetivos, de mente abierta y comprensivos, pero es todo lo contrario. Las opiniones promueven la división, el pleito, el desacuerdo, y la disensión. Así es cómo y el por qué hay más de 35,000 denominaciones “cristianas” y tantas otras religiones.

Los católicos opinan que orarle a María es inofensivo. Dios declara (no opina) que orarle a cualquiera que no sea Él es un sacrilegio. Los mormones declaran, mediante opinión, que Satanás es hermano de Jesús. Dios declara (no opina) que Jesucristo es Dios, que Él no tiene hermanos, excepto los hijos de los hombres nacidos de Él. Los musulmanes opinan que Mahoma es más grande que Jesucristo. Dios declara que Jesucristo es Dios venido en carne, Salvador de Mahoma y de todos los hombres. Las opiniones atan y matan mientras que la Verdad hace libre y da vida. ¿A quién debemos creerle, a los hombres, mentirosos llenos de opinión, o a Dios, la Verdad?

La Verdad causa división entre aquellos que reciben la verdad y aquellos que deciden quedarse con las opiniones, pero nunca divide a quienes caminan en la Verdad:

“Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.” (Hechos 4:32)

Algunos han dicho: “Tú tienes la verdad, pero yo tengo amor.” Uno no puede tener amor sin la cruz de Cristo que trae muerte al viejo hombre. Un hombre o mujer no pueden tomar la cruz de Cristo basándose en “opiniones.” Él o ella deben casarse con la verdad para poder morir al egoísmo y así ser liberados para amar en Verdad. Sólo quien ha sido crucificado con Cristo puede tener el amor ágape, y no meramente “fileo” o “eros” (palabras griegas para otros tipos de amor que a menudo se confunden con el amor “ágape,” el cual es el amor de la voluntad, el amor de Dios, el amor del Espíritu de la Verdad y no del espíritu de la “opinión”).

Arrepentirse significa apartarse de las opiniones.

El arrepentimiento requiere que muramos a nosotros mismos, que nos neguemos a nosotros mismos y tomemos la cruz:

“Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea rechazado por los ancianos, y por los príncipes de los sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día. Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de Mí, éste la salvará.” (Lucas 9:22-24)

¿Cuál es la esencia y significado del arrepentimiento? Arrepentirse significa apartarse de las opiniones, de pensar pensamientos propios en lugar de los de Dios.

Dios ha hecho la pregunta:

“¿Andarán dos que no estén de acuerdo?” (Amos 3:3).

Dios ha dado Su respuesta a esta pregunta:

“Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos [opiniones]; y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos [Verdad] no son vuestros pensamientos [opiniones], ni vuestros caminos [resultado de las opiniones] Mis caminos [resultado de la Verdad], dice Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son Mis caminos más altos que vuestros caminos, y Mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Porque como desciende de los cielos la lluvia, y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así será Mi palabra [Verdad y no opinión] que sale de Mi boca; no volverá a Mí vacía, antes hará lo que Yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” (Isaías 55:7-11).

Los que prefieren sus pecados dirán al que esté hablando la verdad: “Esa es tu opinión.” Los que están en tinieblas no saben la diferencia entre opinión y verdad. Sin embargo, no es ninguna excusa. Al creer en la Verdad, uno es hecho libre; descartándola como simple opinión, uno se queda en tinieblas y cadenas.

Si lo que yo declaro aquí es solamente mi opinión, usted tiene la opción de tomarla o dejarla, sin recompensa ni consecuencias. Sin embargo, si lo que yo le hablo es la Verdad, la Palabra de Dios, usted no puede hacerla a un lado sin sufrir las consecuencias de rechazar o ignorar la verdad.

Víctor Hafichuk

Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero

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