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La Deidad – El Destino de los Nacidos de Dios

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“El hombre presume Deidad por causa propia y trata de alcanzar a Dios en vano, pero Dios toma la humanidad por causa del hombre y exitosamente lo transforma en Deidad” (Proverbio 303, The Path of Truth).

Un hombre leyó este proverbio y vehementemente rechazó la verdad del mismo, comparándolo a la doctrina de los mormones que parece ser similar. Lo que él fue incapaz de entender y no quiso entender fue que mientras la primera parte del proverbio identifica la falsa doctrina de los mormones, los de la Nueva Era y otros, la segunda parte describe la verdadera doctrina Bíblica de Dios. Muchos evangélicos que profesan creer en el testimonio Bíblico reaccionan negativamente a la verdad expresada en este proverbio, condenándolo como herejía, listos para apedrear a quienes lo creen y lo enseñan.

Los hijos e hijas de Dios crecerán hasta ser como Dios Mismo.

De hecho, los mormones y los de la Nueva Era sin sus Biblias están más cerca de la verdad sobre este asunto que la mayoría de cristianos con sus Biblias.

La verdad es que los hijos de Dios son dioses en construcción nacidos de Dios Mismo. Igual que los hijos de los hombres crecen hasta ser como los hombres, así los hijos e hijas de Dios crecerán hasta ser como Dios Mismo.

El versículo principal que el cristianismo ortodoxo usa como prueba contra esta verdad ha sido muy malinterpretado y malentendido; está en Isaías:

Isaías 14:10-14 RVG
(10) Todos ellos darán voces, y te dirán [al rey de Babilonia]: ¿Tú también te debilitaste como nosotros, y como nosotros has venido a ser?
(11) Descendió al sepulcro tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán.
(12) ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas las naciones.
(13) Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte;
(14) Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.

Este hombre no se dio cuenta que el proverbio citado al inicio habla de esta misma actitud de orgullo y ambición carnal: “El hombre presume Deidad y trata de alcanzar a Dios en vano…”

Isaías no está diciendo que el hombre NO será hecho como Dios, a Su imagen. Él no está negando la obra y poder de Dios para cumplir Su voluntad. Él está diciendo que el hombre mismo (particularmente el hombre caído) no hará que eso suceda por medio de aspiraciones orgullosas y egoístas. Las palabras de Isaías implican, si no es que explican, que para el hombre es presuntuoso creer que él puede ser como Dios por su propio poder y virtud. La Palabra del Señor por Isaías condena el orgullo del rey de Babilonia (representante del hombre), también conocido en la versión Reina Valera como “Lucifer,” lo cual significa “estrella resplandeciente” o “hijo de la mañana” o “lucero de la mañana” – H1966, Concordancia Strong.

Todas estas cosas sucedieron con el propósito de llevar al hombre a la perfección de Su imagen.

Ezequiel dijo esto del rey de Tiro (representante del hombre):

Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.” (Ezequiel 28:15 RVG)

Adán cayó – maldad (iniquidad – el rompimiento de la Ley de Dios) se halló en él. Tenía que suceder como parte del plan mayor de Dios:

“Porque las criaturas fueron sujetadas a vanidad, no voluntariamente, sino por causa de Aquél que las sujetó en esperanza, porque las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción, en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.” (Romanos 8:20-21 RVG)

El potencial de pecado de Adán era parte de la perfección del trabajo de Dios al crearlo. Todas estas cosas han sucedido con el perfecto propósito de llevar al hombre a una perfecta conclusión, a la perfección de Su imagen. De allí la segunda porción del proverbio:

“…pero Dios toma la humanidad por causa del hombre y exitosamente la transforma en Deidad.”

Esto es trabajo de Dios, no del hombre; es primero para la gloria de Dios, no del hombre, aunque cuando la obra esté completa, el hombre participará de la gloria de Dios:

“Y la gloria que me diste, Yo les he dado; para que sean uno, como Nosotros somos uno…” (Juan 17:22 RVG)

Los que no tienen entendimiento dicen que Dios no dará Su gloria a otro, citando esta Escritura:

“Yo soy el SEÑOR, ése es Mi Nombre; Mi gloria a otro no daré, ni Mi alabanza a imágenes talladas.” (Isaías 42:8 LBLA)

Dios no está diciendo que Él no dará gloria a los que Él crea a Su imagen. Él aclara la oración de “no dar gloria a otro” cuando dice que Él no dará gloria a imágenes talladas, es decir, a dioses competidores o alternativos.

¿No hablan las Escrituras de esta magnífica herencia, formar parte del Cuerpo de Dios?

Él es un Dios celoso y no tolerará a otros dioses que presuman, o se presuman, ser Sus iguales o superiores; a esos Él no les dará gloria, pero a los que Él cree a Su imagen les dará toda Su gloria, ¡alabado sea Dios!

Tomemos a Moisés, por ejemplo, quien fue fiel al servicio de Dios haciendo la obra que Dios le dio a él. ¿Qué clase de gloria tuvo Moisés?

“Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Mira, yo te hago como Dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú hablarás todo lo que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje salir de su tierra a los hijos de Israel.” (Éxodo 7:1-2 LBLA)

Ahora, si Dios había hecho a Moisés un dios, ¿qué nos dice eso de los que son nacidos de Dios por medio de Cristo?

“De cierto os digo: Entre los nacidos de mujer jamás se levantó otro mayor que Juan el Bautista [incluyendo a Moisés]; pero el que es menor en el Reino de los Cielos, mayor es que él.” (Mateo 11:11 RVG)

¿Y no hablan el resto de las Escrituras de esta magnífica herencia, de formar parte del Cuerpo de Dios?

Colosenses 1:2-18 RVG
(12) Dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;
(13) El Cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al Reino de Su amado Hijo;
(14) en Quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados.
(15) El Cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura.
(16) Porque por Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en el Cielo y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por Él y para Él.
(17) Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas por Él subsisten;
(18) y Él es la Cabeza del Cuerpo, que es la Iglesia; el que es el principio, el Primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia.

Lo que Él perfeccione a Su imagen, ¿no será glorioso así como Él es glorioso?

Jesús dijo, sí, ordenó:

Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en el Cielo es perfecto.” (Mateo 5:48 RVG)

¿Cómo llega uno a ser perfecto (completo, completado, perfecto, o, si usted quiere, maduro, como algunos argumentan que es el significado de la palabra – G5046, Concordancia Strong) como el Padre sin la misma Naturaleza de Dios, sin la “Deidad”? ¿Quién es perfecto aparte de Dios?

¿Quién puede hacer algo perfecto sino Dios? ¿No será Él glorificado cuando haga perfecto al hombre? Lo que Él perfeccione a Su imagen, ¿no será glorioso así como Él es glorioso? ¿No es gloria eso?

¿Cómo podrán escapar de desarrollarse hasta ser dioses, semejantes a Él, los hijos de Dios? De manera solemne pero gozosa, las Escrituras testifican:

“Porque le era preciso a Aquél por Cuya causa son todas las cosas y por Quien todas las cosas subsisten, habiendo de llevar a la gloria a muchos hijos, perfeccionar por aflicciones al Autor de la salvación de ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de Uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré tu Nombre a Mis hermanos, en medio de la Iglesia te alabaré.” (Hebreos 2:10-12 RVG)

¡Hermanos! ¿No son de una misma sangre los hermanos? ¿No está la vida en la sangre (Levíticos 17:11)? ¿Serán los hijos de Dios como Dios o no? El hermano Juan, hablando por Su sangre y Espíritu, piensa que sí:

“Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque Lo veremos como Él es.” (1 Juan 3:2 RVG)

Un segundo testigo, el hermano Pablo también testifica:

“Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.” (2 Corintios 3:18 NBLH)

¿Hablan esas palabras de la misma naturaleza de Dios, o son un reflejo de vanas imaginaciones de los hombres?

La creación de Adán fue el principio; el proceso continúa hasta este día.

¿Cómo comenzó todo? Esta es la conclusión de Lucas en la genealogía de Jesucristo, viajando hacia atrás hasta la creación del hombre a la imagen de Dios:

“…hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios” (Lucas 3:36-38 RVG)

Yo engendré a mi hijo, y eso lo hace un ser humano. Los hijos también toman algo de las características únicas y específicas de sus padres. Ahora, si Adán se conoce como el hijo de Dios, ¿no poseerá él características de Dios también? No solamente tomará él algunas características de Dios, sino que las tomará todas en el cumplimiento del tiempo. ¿Cómo así? Dios creó y está creando a Adán a Su imagen, a su misma semejanza.

El apóstol Pablo escribe:

“El primer hombre, es de la tierra, terrenal; el segundo hombre que es el Señor, es del Cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el Celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos llevado la imagen del terrenal, llevaremos también la imagen del Celestial.” (1 Corintios 15:47-49 RVG)

Algunos pueden debatir que Adán no era como Dios; después de todo, él pecó, y Dios no haría eso. Pero Dios no había terminado Su obra. La creación de Adán fue solamente el principio; el proceso continúa hasta este día.

Como seres humanos, todos somos la semilla del primer hombre de la tierra. Hemos nacido con su imagen, de tal palo tal astilla. Pablo dice: “así como llevamos la imagen del terrenal.” Si Adán fue llamado hijo de Dios, y nosotros nacimos de él, entonces nosotros también debemos ser conocidos como hijos de Dios, estando en el proceso que Dios inició y continúa hasta este día.

Por medio de la razón, la experiencia y el testimonio de las Escrituras, tenemos que llegar a la conclusión de que nosotros, como miembros de la humanidad, hemos sido y somos muy parecidos al Adán caído. Pablo dice que llevamos la imagen del hombre terrenal. Como se ha demostrado que Adán es un pecador, también nosotros hemos demostrado ser pecadores. Solamente tenemos que ver los frutos en nuestras vidas personales y a través de toda la historia para probar este hecho. El pecado ciertamente ha hecho su horrible trabajo, ¿no es cierto? Nacimos de Adán después de su caída (separación de Dios – muerte y establecimiento del infierno) y hacemos como él hizo. Hemos sido la imagen perfecta de Adán después de su caída, no como él era antes de pecar.

Pero Dios no ha dejado el proceso allí con la caída de Adán y su simiente – nosotros. Aquí es donde entra Jesucristo. Pablo continúa diciendo que “así como llevamos la imagen del terrenal [Adán], también llevaremos la imagen del Hombre celestial,” Quien es Jesucristo, Señor de señores, Rey de reyes, y Dios Todopoderoso.

¿Será que sólo imaginaremos o fingiremos ser como Él, como lo hacen quienes nos disputan?

Por lo tanto, tal como hemos sido en todos los sentidos como Adán después de su caída, así seremos en todos los sentidos como Jesucristo, el Hijo del Dios del cielo, nuestro Redentor, levantado de entre los muertos para vencer al pecado y a la muerte y al infierno. No se equivoque; tendremos la imagen del Hombre celestial, Su Misma Esencia.

¿Es Deidad eso o es Deidad? Recibiendo el testimonio de las Escrituras en nuestros corazones, ¿podrá haber otra alternativa creíble?

¿Será que nosotros, los verdaderos santos, sólo imaginaremos o fingiremos ser como Él, como lo hacen quienes nos disputan? ¿Serán estas declaraciones de las Escrituras meros parloteos de la boca de Dios, o de hombres engañado y errados, como estos incrédulos contradictorios las tratan, o son esas declaraciones y promesas de Dios verdaderas en todos los aspectos?

El problema con los que niegan el destino divino de los hombres nacidos del Espíritu de Dios es que ellos nos han nacido de nuevo. Ellos no pueden identificarse con Dios o percibir de qué se trata Él.

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1 Corintios 2:14 RVG)

No puede ser más simple que el hecho de que ellos no creen las Escrituras que profesan creer. Para el hombre carnal, las declaraciones de las Escrituras son locura. Eso se debe a que él todavía está en el espíritu y sustancia del Adán caído, quien fue cortado de Dios. Como Dios se lo dijo a él:

“Y ordenó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás.” (Génesis 2:16-17 LBLA)

Estos creyentes carnales no han sido levantados de los muertos ni han recibido la consciencia de la nueva naturaleza de Dios por medio del nuevo nacimiento del Espíritu de Dios por Jesucristo, nuestro Único Mediador y Salvador. Quienes niegan que los hombres serán como Dios no son más que cizaña, con apariencia de trigo, pero sin la Simiente de Dios en ellos. Su religión es un poco más que un juego, un fantasioso pasatiempo. En su pretensión, ellos no pueden creer la realidad – que Dios está haciendo y terminará Su obra exactamente como dijo que lo haría. Él está creando al hombre a Su imagen, la imagen de Sí Mismo, Su Naturaleza, nada menos que Deidad. Y cuando los que experimentan la realidad de estas cosas las hablan, se ofenden los que para ellos esta maravillosa realidad está oculta.

Si ser formados por Él a Su imagen no es Deidad, ¿entonces qué es?

¿Qué hacen con estas Escrituras esos negadores que profesan fe en Jesucristo y reclaman ser nacidos de nuevo de Dios?:

“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Creó, pues, Dios al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Génesis 1:26-27 LBLA)

Si ser formados por Él a Su imagen no es Divinidad, ¿entonces qué es? ¿O es que esta gente acusa a Dios de una copia barata que realmente no tiene la esencia de la naturaleza de Dios? ¿No se dan cuenta ellos de que Jesucristo, como hombre, era el brillante esplendor de la gloria de Dios, y la expresa imagen de Su esencia,” y que Dios imparte esa misma esencia a los que reciben Su Espíritu?

¿No son copias baratas hechas por el hombre estos a quienes el Señor llamó cizaña? ¿No es cierto que los que son cizaña solamente conocen su propia naturaleza y no pueden imaginar una más elevada?

Jesús tuvo sus conflictos con los padres de estas personas, quienes lo acusaron a Él de blasfemia y trataron de apedrearlo cuando Él se declaró a Sí Mismo como uno con el Padre:

“Mi Padre que Me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de Mi Padre. Yo y Mi Padre uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Les respondió Jesús: Muchas buenas obras os he mostrado de Mi Padre, ¿por cuál de esas obras Me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.” (Juan 10:33 RVG)

Y aquí está lo que Jesús les respondió:

“¿No está escrito en vuestra Ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿a Quien el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Yo soy el Hijo de Dios? Si no hago las obras de Mi Padre, no Me creáis. Pero si las hago, aunque a Mí no Me creáis, creed a las obras; para que conozcáis y creáis que el Padre está en Mí, y Yo en Él.” (Juan 10:34-38 RVG)

¡Seremos el resplandor de Su gloria y la expresa imagen de Su Persona!

“Pero,” responden estos que profesan fe en Cristo, “¡tú no eres Jesús! ¡No puedes tener la misma relación que Él tiene con Dios!” A lo cual nosotros replicamos con el mismo registro Escritural de las palabras que ellos dicen creer, pero las cuales ellos ignoran voluntariamente y grandemente:

“Santifícalos en Tu verdad: Tu palabra es verdad. Como Tú Me enviaste al mundo, así Yo los he enviado al mundo. Y por ellos Yo Me santifico a Mí Mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Y no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en Mí por la palabra de ellos. Para que todos sean uno; como Tú, oh Padre, en Mí, y Yo en Ti, que también ellos sean uno en Nosotros; para que el mundo crea que Tú Me enviaste. Y la gloria que Me diste, Yo les he dado; para que sean uno, como Nosotros somos uno.” (Juan 17:17-22 RVG)

¿No han de llegar a ser uno con Dios los hijos de Dios? Nuestros detractores gritan “¡NO!” Pero, ¿hemos de creerles a los hombres, que son mentirosos, o a Dios, el Único que es verdad? ¿No son los santos enviados al mundo así como Él fue enviado?

“Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros: Como Me envió el Padre, así también Yo os envío.” (Juan 20:21 RVG)

¿Cómo podemos ser enviados igual que Él sin Su semejanza? ¿Es o no es real nuestra formación a Su imagen? ¿Es la semejanza inferior en algún sentido? Escuche lo que Jesús siguió diciendo:

“Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en uno; y para que el mundo conozca que Tú Me enviaste, y que los has amado como también a Mí Me has amado. Padre, aquellos que Me has dado, quiero que donde Yo estoy, también ellos estén conmigo; para que vean Mi gloria que Me has dado; porque Me has amado desde antes de la fundación del mundo.” (Juan 17:23-24 RVG)

Está escrito del Hijo, en relación con el Padre: “Siendo el resplandor de Su gloria, y la imagen misma de Su Sustancia…” (Hebreos 1:3 RVG).

Como está escrito acerca del Hijo y del Padre, así será escrito de los hijos y de El Hijo. ¡Nosotros los hijos e hijas de Dios, los nacidos del Espíritu de Cristo, seremos el resplandor de Su gloria y la imagen misma de Su Sustancia! ¡Amén! ¡Gloria sea al Dios Todopoderoso!

Resplandeciendo con la gloria de Dios, Juan dijo: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él.” (1 Juan 3:1 RVG)

Juan sabía de qué estaba hablando; sus contradictores no tienen ni idea. ¿Qué tienen que decir sobre estas Escrituras nuestros incrédulos contendientes? ¿Cómo podrán ellos defender su doctrina diabólica que niega a Cristo (Dios-hombre)?

La Biblia dice que todo se reproduce según su género. “Hagamos al hombre a Nuestra imagen.”

Si los discípulos de Jesucristo no tienen Deidad, entonces ellos no pueden hacer Sus obras, mucho menos lo que Jesús Mismo prometió que harían:

“De cierto, de cierto os digo: El que cree en Mí, las obras que Yo hago él también las hará; y mayores que éstas hará, porque Yo voy a Mi Padre.” (Juan 14:12 RVG)

Las Escrituras declaran por medio de un hijo de Dios:

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Los cuales son engendrados, no de sangre, ni de voluntad de carne [doctrina mormona y de la Nueva Era], ni de voluntad de varón [doctrina mormona y de la Nueva Era], sino de Dios.” (Juan 1:12-13 RVG)

La Biblia dice que todo se reproduce según su género:

“Entonces dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género: ganados, reptiles y bestias de la tierra según su género. Y fue así.” (Génesis 1:24 RVG)

Y luego Dios dijo:

“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra.” (Génesis 1:26 LBLA)

¡Otra vez la reproducción según el género! Dios engendrando dioses:

“Porque le era preciso a Aquél por Cuya causa son todas las cosas y por Quien todas las cosas subsisten, habiendo de llevar a la gloria a muchos hijos, perfeccionar por aflicciones al Autor de la salvación de ellos.” (Hebreos 2:10 RVG)

El escritor a los Hebreos habla de que Jesús se hizo un poco menor que los ángeles:

Hebreos 2:6-10 RVG
(6) pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: “¿Qué es el hombre, para que Te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites?
(7) Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de Tus manos.
(8) Todo lo sujetaste bajo sus pies.” Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a Él; mas aún no vemos que todas las cosas Le sean sujetas.
(9) Pero vemos a Jesús coronado de gloria y de honra, El Cual fue hecho un poco menor que los ángeles, por el padecimiento de Su muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.
(10) Porque Le era preciso a Aquél por Cuya causa son todas las cosas y por Quien todas las cosas subsisten, habiendo de llevar a la gloria a muchos hijos, perfeccionar por aflicciones al Autor de la salvación de ellos.

¿Podría algún padre razonable negar que sus hijos serán humanos?

No hay duda, la secuencia empieza con la cita de los Salmos:

“Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? (Salmo 8:4 RVG)

Usted puede ver entonces que nosotros los hijos de Dios, siendo hombres, somos colocados junto con Jesucristo, y luego dice el escritor:

Porque El Que santifica y los que son santificados, de Uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré Tu nombre a Mis hermanos, en medio de la Iglesia te alabaré.” (Hebreos 2:11-12 RVG)

Vemos la realidad de la reproducción según el género en toda la naturaleza. Los necios evolucionistas dicen: “¡No! Todos venimos de gases, rocas, amebas y simios.” ¿Son muy diferentes los vanos profesores de fe en Cristo que resisten la verdad de la Palabra de Dios comparados con los evolucionistas a quienes ellos quizá deploran o critican? ¿Cómo son diferentes, si ellos dicen que los que son nacidos de Dios no pueden ser como Dios, ¡que no hay reproducción según el género!? En esencia, ¿no es eso lo que están diciendo ellos? Por supuesto que sí.

¡Nacidos de Dios! ¿Qué significa eso? ¿Podría algún padre razonable negar que sus hijos serán tan humanos como lo es él? No obstante, los vanos profesores de Cristo con corazones no regenerados, corazones ajenos a la naturaleza de Dios, dicen precisamente eso de los hijos de Dios y buscan apedrear a Cristo con sus negaciones y denuncias. Creyendo que sirven a Dios, ellos matan Su simiente, Sus hijos e hijas, los que son a Su imagen, Su semejanza, Su Deidad.

Igual que las vacas engendran vacas, los perros engendran perros, los álamos producen álamos, los geranios producen geranios, y los humanos engendran humanos, así Dios engendra dioses. Cualquier hombre que alegue otra cosa es un necio ignorante.

Al hablar de Su muerte inminente, Jesús usó la ilustración del grano de trigo:

“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.” (Juan 12:24 RVG)

Estamos hablando de que los hombres se conviertan en Dios por el poder y voluntad de Dios.

Cada cosa según su especie; siembre trigo y nacerá trigo. Al sembrarse a Sí Mismo, Jesús trae muchos hijos a la gloria, a Su expresa imagen. Él se multiplica a Sí Mismo y no se avergüenza de llamarles Sus hermanos, siendo ellos como Él, igual que los muchos nuevos granos de trigo son, por la misma naturaleza y sustancia, como el grano de trigo que fue sembrado.

¡Esto no es doctrina de los mormones o de la Nueva Era! No estamos hablando de la arrogancia y presunción terrenal. No estamos hablando de las vanas obras de auto-justicia de los hombres ni promoviendo la idea de echar alas por nuestra cuenta y volar a otras galaxias.

“Mas Jesús, mirándoles, les dijo: Con los hombres esto es imposible, pero con Dios todo es posible.” (Mateo 19:26 RVG)

Simplemente estamos hablando de la obra que solamente Dios puede hacer con el hombre, como se testifica desde Génesis hasta Apocalipsis. Estamos hablando de que los hombres se conviertan en Dios por el poder y voluntad de Dios, a través de Jesucristo:

“Los cuales son engendrados, no de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Juan 1:13 RVG)

Nosotros los santos seremos Uno con Él, y el hombre estará sentado en el trono de Dios.

Para que no resulte que les estamos causando angustia a nuestros antagonistas, aclaremos algo por lo menos un poquito:

Jesucristo es el Señor de señores. Solamente hay Un Señor; Él es el Único y Solo Señor (el cristianismo ortodoxo primordialmente enseña que hay tres). Dios será todo en todos. Ningún hombre estará jamás en una posición de superioridad o de competencia con Dios. No habrá muchos Dioses de dioses, esperando todos ser adorados. Solamente Uno será adorado, así como le instruyó su hermano a Juan (Apocalipsis 22:8-9). Dios es Rey de reyes y siempre lo será.

Pero nosotros llegamos tan lejos como para decir que los santos seremos Uno con Él (mas no sólo somos nosotros que lo decimos – las Escrituras lo declaran), y ¡el hombre se sentará en el trono de Dios, con Dios, en Dios, Uno con Dios, por Dios, juzgando y reinando como Dios! Estas cosas las declaran llanamente las Escrituras:

“Al que venciere, Yo le daré que se siente conmigo en Mi trono; así como también Yo he vencido, y Me he sentado con Mi Padre en Su trono.” (Apocalipsis 3:21 RVG)

¡Toda honra, adoración, poder, gloria, gratitud y alabanza sean a Jesucristo, Dios Todopoderoso!

La deidad – la herencia de los santos y el destino de los nacidos de Dios.

Víctor Hafichuk

Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero

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