“Mi esposa y yo tenemos un compañerismo de igualdad. Nos consultamos el uno al otro sobre todo lo que sea de alguna importancia. No hago nada sin ella, ni ella sin mí. Si no estamos de acuerdo sobre algo, lo dejamos. Somos una carne, como el Señor dijo que debemos ser. Yo no le digo qué hacer, y ella no me dice qué hacer. Trabajamos en equipo. Yo no creo en la dominación, como, ‘Yo soy el jefe, tu cabeza; tú haces lo que yo digo; sométete.’ Tenemos una gran relación, ¿no es cierto, cariño?”
Para muchos cristianos nominales, esta actitud y acercamiento suenan como un igualitarismo piadoso. Muchos ministerios pastorales en este mundo aparentemente operan por esta filosofía. Expongamos esta situación mediante las escrituras de los hombres y comparémoslas con Escrituras de Dios:
“Entonces el Señor dijo: ‘No es bueno que el hombre esté solo; le haré una pareja igual adecuada para él’” (Génesis 2:18 Traducción Mundana – en adelante referida como “TM”).
“Y el SEÑOR Dios dijo: ‘No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea.’” (Génesis 2:18 LBLA)
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1 Pedro 3:1-7 TM
(1) Asimismo vosotras, esposas, sois iguales a vuestros propios maridos; para que también los que no creen a la Palabra, sean ganados sin palabra por la conducta armoniosa e igualitaria de sus esposas,
(2) al observar ellos vuestra casta conducta autoritaria que es en temor.
(3) Que vuestro adorno no sea exterior, con encrespamiento del cabello y atavío de oro, ni vestidos costosos;
(4) sino el de la mujer interior, el del corazón, en corruptible ornato de espíritu atrevido y asertivo, lo cual es de grande estima delante de Dios.
(5) Porque así también se ataviaban en el tiempo antiguo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, teniendo igual posición con sus maridos;
(6) como Sara y Abraham que se obedecían y se llamaban ‘señor’ el uno al otro; de la cual vosotras sois hechas hijas, haciendo el bien, y no teniendo temor de ninguna amenaza.
(7) Asimismo, vosotros, maridos, habitad con ellas sabiamente, dando honor a la esposa como a vaso igual, y como a coherederas de la gracia de vida en toda forma; para que vuestras oraciones no sean estorbadas.
1 Pedro 3:1-7 RVG
(1) Asimismo vosotras, esposas, sujetaos a vuestros propios maridos; para que también los que no creen a la Palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas,
(2) al observar ellos vuestra casta conducta que es en temor.
(3) Que vuestro adorno no sea exterior, con encrespamiento del cabello y atavío de oro, ni vestidos costosos;
(4) sino el del hombre interior, el del corazón, en incorruptible ornato de espíritu humilde y apacible, lo cual es de grande estima delante de Dios.
(5) Porque así también se ataviaban en el tiempo antiguo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, siendo sujetas a sus maridos;
(6) como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras sois hechas hijas, haciendo el bien, y no teniendo temor de ninguna amenaza.
(7) Asimismo, vosotros, maridos, habitad con ellas sabiamente, dando honor a la esposa como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de vida; para que vuestras oraciones no sean estorbadas.
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“Esposas, ustedes ya no tienen que estar sometidas a sus maridos, como al Señor. Este es un nuevo día. Ustedes deben someterse el uno al otro como en equipo. Es más bendecido estar en igual compañerismo. Sin embargo, si alguno se quiere someter, túrnense… el uno al otro” (Efesios 5:22 TM).
“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor.” (Efesios 5:22 RVG)
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“Tanto hombres como mujeres guarden silencio en las iglesias: porque no permito a los hombres hablar si las mujeres no pueden hablar. Porque ninguno tiene mandato de estar en sujeción, pues la Ley ya no se aplica – ha sido abolida para siempre. Que todas las cosas sean hechas con justo equilibrio. Sin embargo, si alguno desea hablar, que haya justicia y equidad en la casa de Dios… es mejor la confusión que la desigualdad. Y si ellos quieren aprender, que los esposos y esposas se consulten unos a otros en la casa: porque es vergonzoso que a las mujeres no se les permita hablar en la iglesia, si a un hombre sí se le permite. ¿O es que la palabra de Dios salió de ustedes? ¿O solamente llegó a ustedes?” (1 Corintios 14:34-36 TM)
“Vuestras mujeres callen en las iglesias; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender alguna cosa, pregunten en casa a sus maridos; porque vergonzoso es que una mujer hable en la iglesia. ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios? ¿O solamente a vosotros ha llegado?” (1 Corintios 14:34-36 RVG)
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¿Por qué el repentino silencio mortal en las iglesias? ¿O será un bullicio?
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“Esposas, ustedes no necesitan someterse a sus propios maridos, pues no conviene en el Señor, a menos que, por supuesto, sus esposos también se sometan a ustedes. Compañerismo de igualdad o nada – así es cómo son las cosas ahora.” (Colosenses 3:18 TM)
“Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.” (Colosenses 3:18 RVG)
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“Hijos, sigan el ejemplo de su padre y de su madre; no necesitan sujetarse más de lo que sus madres se sujetan. Así ustedes sabrán cómo conducirse a sí mismos cuando se llegue en el día en que se casen. A menos que vengan otros cambios, una vez más.” (Colosenses 3:20 TM)
“Hijos, obedeced a vuestros padres en todo; porque esto agrada al Señor.” (Colosenses 3:20 RVG)
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“Y siervos, la igualdad se aplica a ustedes como en el caso de los esposos y esposas. Ustedes no tienen que obedecer a sus amos en todas las cosas a menos que ellos los traten a ustedes como a amos, también. Que la obediencia de ustedes sea para agradar al ojo, como agradando al hombre; con dualidad de corazón, fingiendo temor a Dios.” (Colosenses 3:22 TM)
“Siervos, obedeced en todo a vuestros amos según la carne, no sirviendo al ojo, como los que agradan a los hombres, sino con sencillez de corazón, temiendo a Dios.” (Colosenses 3:22 RVG)
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“Que los hombres y las mujeres aprendan en silencio con toda sujeción el uno al otro. Pero no permito que una mujer enseñe, o ejerza autoridad sobre el hombre, o el hombre sobre la mujer, sino que estén en silencio. Porque ambos, Adán y Eva fueron creados primero. Y Adán y Eva fueron engañados los dos y cayeron en transgresión. Pero los dos serán salvos al engendrar hijos, si continúan en la fe y en el amor y bendita igualdad, como compañeros – hombro a hombro.” (1 Timoteo 2:11-15 TM)
“La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni usurpar autoridad sobre el varón, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, al ser engañada, cayó en transgresión: Pero será salva engendrando hijos, si permanecieren en fe y amor y santidad, con modestia.” (1 Timoteo 2:11-15 RVG)
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“Pero yo quiero que sepan que la Cabeza de todo hombre ya no es Cristo (ellos son iguales); y la cabeza de la mujer ya no es el hombre (ellos son compañeros iguales); y la cabeza de Cristo ya no es Dios, sino que todos están en igualdad, compañeros” (1 Corintios 11:3 TM)
“Mas quiero que sepáis que Cristo es la Cabeza de todo varón; y el varón es la cabeza de la mujer; y Dios la cabeza de Cristo.” (1 Corintios 11:3 RVG)
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¿Qué tal si hay igualdad en todas las cosas?
“¿No les enseña la naturaleza misma que si una mujer tiene cabello largo, es vergüenza para ella? Pero si un hombre tiene pelo largo, es gloria para él: porque su pelo le ha sido dado para cobertura. Sin embargo, si ambos tienen el cabello igual de largo, entonces todo es justo, unisex, y de verdad bueno. Si ustedes quieren ser iguales, deben verse iguales.” (1 Corintios 11:14-15 TM)
“La naturaleza misma ¿no os enseña que es deshonroso al varón traer el cabello largo? Pero si una mujer tiene cabello largo, le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.” (1 Corintios 11:14-15 RVG)
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“El hombre virtuoso es corona de su esposa: pero el que causa vergüenza es como carcoma en los huesos” (Proverbios 12:4 TM)
“La mujer virtuosa corona es de su marido; mas la mala, es como carcoma en sus huesos.” (Proverbios 12:4 RVG)
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Ahora veamos: ¿Se escribieron recientemente estos versos, o se escribieron hace cerca de dos mil años o más? Si hace mucho, ¿han cambiado? Si es así, ¿cuándo cambiaron, por autoridad de quién?
Si el propósito y significado de versículos concernientes a las relaciones matrimoniales han cambiado con los tiempos, dígame usted ¿qué más de la Palabra de Dios debemos creer que ha sido alterada o abolida? ¿Qué nos queda que podamos creer con toda confianza?
“Rompamos sus coyundas, y echemos de nosotros sus cuerdas.” (Salmo 2:3 RVG)
¡Oh, sí, este es verdaderamente el Día de la Libertad! ¿Sabe usted por qué hay “relaciones de igualdad” orgullosamente declaradas ahora por esposos y esposas? ¡Porque no hay ninguna! Eso es correcto: Las esposas gobiernan. Las mujeres han usurpado la autoridad sobre los hombres, y en algunos casos sutilmente han hecho que los hombres se sientan y crean que ellos (los hombres) tienen igualdad.
Los hombres, por su parte, voluntariamente han abdicado su responsabilidad de fe y obediencia a Dios al someterse a sus esposas, quienes han sido engañadas por la serpiente desde los días de Eva hasta el presente. Créanlo. Los hombres han usado a sus esposas como excusa para desobedecerle a Dios desde Adán, quien dijo (y todavía dice): “La mujer que me diste, ella me dio del Árbol, y yo comí” (Génesis 3:12). Los hombres no creen, y por lo tanto ellos siguen a sus esposas.
“¡Bueno, usted tendrá que hablar con la esposa, la mejor mitad; ella es la jefa, usted sabe!” ¿Con qué frecuencia hemos escuchado decir eso con irónico humor, pero tan verdadero como cualquier cosa que se podría decir?
“Yo soy un buen esposo – ¡hago lo que me dicen!” ¡Qué triste y qué cierto!
“¡Uno puede notar que ella es la que lleva los pantalones en la familia!” La verdad se dice; a menudo no es tan obvio, pero no menos verdadero.
“Lo siento, creo que es realmente un buen producto, y estoy seguro que nos ayudaría mucho, y me parece muy bien, pero mi esposa dice ‘no.’ Tal vez en otra ocasión, ¿OK?” (Dicho de modo que la esposa pueda oírlo, por supuesto.)
“Bueno, no estoy de acuerdo contigo, Víctor; mi esposa me permite ser la cabeza de la familia, ¿no es cierto, querida?”
¿Por qué los hombres se están muriendo más jóvenes que las mujeres, en promedio? Creo que es porque ellos han desobedecido a Dios y más bien han escuchado a la serpiente a través de sus esposas. Satanás se convirtió en el príncipe de este mundo seduciendo a las esposa, quien luego, junto con su dispuesto esposo, llegó a ser como Dios, sabiendo el bien y el mal, lo cual la serpiente prometió que sucedería. Dios también confirmó que eso había ocurrido (Génesis 3:5, 22). La autoridad se revirtió de Dios-Adán-Eva-Serpiente, a Serpiente-Eva-Adán-Dios. Eso escogió el hombre. (Lea El Origen e Identidad de Satanás.)
Querido buscador, la serpiente habla verdades, también. El problema no es lo que dice, sino por qué lo dice – y el “por qué” es lo que lo convierte en un mentiroso y homicida (Juan 8:44). Y, hombre, ¿crees tú que tu esposa habla bien? ¡Por supuesto que habla bien! El Árbol del Conocimiento es del bien así como del mal. Pero ¿conoces tú la diferencia? No si estás en igualdad con tu esposa; no la conoces. Yo no la conocía.
Y, esposa, ¿tienes buenas intenciones? ¡Por supuesto que las tienes! Y el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones. Tú y tu esposo tienen que arrepentirse del orden de cosas presente según las ha inspirado Satanás, obedecerle a Dios, y tomar su lugar correcto en el orden de cosas que Dios desea.
Ahora, estoy hablando de los matrimonios llamados cristianos, pueblo. Es la mujer quien decide sobre los asuntos más importantes que les conciernen. Yo lo sé. Yo estuve allí por más de 22 años y no me di cuenta hasta que el Señor me apartó por tres años y medio y Él me lo reveló. ¡Qué susto! ¡Y todos esos años yo tenía la tonta noción de que yo era la cabeza de la casa! Solamente en “teorología.”
En el contexto cristiano y Bíblico de la vida, nosotros creemos que los esposos deben ser la cabeza; asumimos que es algo automáticamente así si somos cristianos. Y muchos de nosotros los hombres hemos tratado de dar la apariencia de que somos la cabeza de la casa. Pero en realidad no es así. Nos hemos engañado a nosotros mismos.
Mire a su alrededor y considere sobriamente: ¿Qué matrimonio puede usted señalar honestamente donde el esposo sea la verdadera cabeza del hogar? Aparte de nosotros (y mi esposa y yo tenemos que permanecer siempre vigilantes, desde que nos dimos cuenta de la realidad y fuimos corregidos), yo no conozco ningún matrimonio así. Tampoco lo conoce nadie con quien yo haya discutido sobre este tema.
En el pasado, mi esposa cocinaba, lavaba la ropa, hacía el trabajo general de la casa, compraba los abarrotes y hacía otras tareas terrenales. Teníamos sexo regularmente (ella no me privó en la carne), y yo conducía el carro. ¿No es interesante cómo conducir el carro puede hacer que un hombre siente como que él va en el asiento del conductor? ¡Igual que usar pantalones lo hace a uno sentir que es quien lleva los pantalones! ¿Pero es cierto eso?
La igualdad de los esposos en el matrimonio es una premisa malvada. Es una doctrina de la serpiente. No tiene nada que ver con la voluntad de Dios. Es confusión.
Pero el Día del Señor está aquí ahora. El Señor Jesucristo está aquí para restaurar todas las cosas. Él ha derrotado al enemigo, y Él establecerá Su Reino en la tierra para siempre. Todo estará en orden como se planeó desde el principio.
Hombres, ustedes necesitan dejar a sus esposas. Cuando le dije esto a un hombre, él me dijo: “Bueno, ¿y qué de la Escritura que dice ‘Esposos, amen a sus esposas’? Cómo se supone que debamos amarlas si tenemos que dejarlas?”
Y yo le respondí: “¿No fue Él Quien también habló estas palabras: ‘Si alguno viene a Mí, y no aborrece a padre, madre, esposa, hijos, hermanos, hermanas, sí, y aún su propia vida, no puede ser Mi discípulo. Y cualquiera que no tome su cruz, y venga en pos de Mí, no puede ser Mi discípulo’? ¿Se contradice Él a Sí Mismo?”
Entonces ¿cómo es que debemos amar a nuestras esposas? ¿Las amamos al seguir la dirección de ellas? No, pera nada. Tenemos que volvernos y creerle y obedecerle al Señor. Al hacer eso, debemos dejar a nuestras esposas, dejar de seguirlas, de obedecerles, de creerles y de engañarnos el uno al otro pensando que las amamos porque hacemos lo que ellas quieren.
Esposo, ¿a quién estás siguiendo tú realmente, al Señor o a tu esposa? Déjame preguntarte esto: ¿Le informó Abraham a Sara que él iba a sacrificar a Isaac? ¿Le había confiado él a ella lo que Dios le había ordenado sólo a él, cuál cree usted que habría sido la reacción (y decisión) de ella?
Jesús dijo: “El que tiene Mis mandamientos y los guarda, ese es el que Me ama…” (Juan 14:21). Si tú no obedeces a Dios, tú no lo amas a Él. Si tú no lo amas a Él, ¿cómo podrías tú genuinamente decir que amas a tu esposa? Es verdad, puedes amarla igual que alguien ama el arte o el vino o la música, significando que la amas por los beneficios y placeres que ella te permite. Pero eso no es el amor del que estoy hablando. Estoy hablando del amor no egoísta, dador, sacrificial, sin compromisos – amor ágape (1 Corintios 13). Aquí se requiere el amor de Dios.
El amor es inexistente entre los hombres si el hombre no ama a Dios. Al amar a Dios, amamos a nuestras esposas, no por pasión o emoción, sino en realidad espiritual. De allí fluye la emoción, pero no debe confundirse con el amor mismo. Y las emociones pueden existir sin el verdadero amor, como efectivamente lo testifican Hollywood y los incrédulos.
Los “igualitarios matrimoniales” responden con otra Escritura:
“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28 RVG)
Y yo les digo a ustedes que fue la misma persona, Pablo, quien también dijo: “Esposas, sométanse a sus maridos.” ¿Estaba confundido Pablo? ¿Era él un engañador, hipócrita, o tonto? No, pero quienes egoísta e ignorantemente distorsionan el significado y propósito de sus palabras sí lo son.
De esta manera, ellos se destruyen a sí mismos. Ellos dicen que las cosas parecen estarse desenvolviendo como deberían. Pero, ¿se están desenvolviendo, o desenredándose? ¿Sabe usted la diferencia?
“Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero su final es de muerte.” (Proverbios 14:12).
A propósito, ese proverbio se repite en el 16:25. Usted podría preguntarse por qué merecía ser repetido.
Usted puede decir que ama a Dios, pero eso se conoce por sus frutos, no por sus pensamientos, sentimientos ni opiniones. Si usted lo deja todo por causa de Cristo, como Él le ordena que lo haga, y hace esas cosas que Él requiere de usted, entonces sí, usted lo ama a Él. De otra manera, no lo ama, no importa lo que usted piense o sienta.
Yo no amé a mi esposa durante todos esos años en que la seguí a ella. Yo hacía lo que ella hacía, le permití controlarme, y me engañé a mí mismo al creer que yo estaba a cargo. Yo no la amaba al no ser yo fiel y obediente a Dios. Yo no estaba escuchando Su Voz – yo estaba buscando oír Su voz en ella, confiando que ella podía escucharlo más claramente que yo. Yo puse una carga insoportable sobre mi esposa. Y si las cosas salían mal, ella seguramente se echaba la culpa.
Yo no quería tomar ningún riesgo o cometer errores, y yo eludía mi responsabilidad. Yo era como el hombre que escondió su talento; cometí enormes y dolorosos errores. Hombres, todos hemos sido culpables de eso – es la herencia de Adán.
Temor, lo opuesto a la fe. Confiar en el hombre en vez de Dios. La incredulidad. Con Adán, usted se ha puesto a confiar en su esposa, quien, con Eva, le ha creído a la serpiente. Y allí lo tiene Satanás a usted. Al creerle a él, usted cosecha terribles consecuencias, a menudo creyendo que usted está sufriendo por causa de la justicia, o simplemente sin saber por qué sufre. Usted sufre en la salud, en la familia, en lo financiero, mental, ocupacional, social – en todos los aspectos – porque usted no le cree a Dios. Creyendo mentiras y estando fuera del orden de Dios, los esposos y esposas sufren la muerte y el infierno.
¿Qué es el infierno? El infierno es la incomodidad de estar desconectados de Dios; es la inhabilidad de creer y recibir el bien disponible. (Lea El Estado y Destino del Infierno.)
Hombre, ¿estás tú preparado para renunciar a tu esposa y ponerte tú mismo a escuchar la voz de Dios? Si estás preparado para creerle y obedecerle a Él, Él se manifestará a ti:
“El que tiene Mis mandamientos y los guarda, ése es el que Me ama; y el que Me ama será amado por Mi Padre; y Yo lo amaré y Me manifestaré a él.” (Juan 14:21 NBLH)
Si tú continúas tomando la salida fácil, creyendo que tu esposa escucha al Señor por ti, o que ella tiene que estar de acuerdo con todo lo que tú oyes de Dios, entonces tú sigues oyendo a, y siendo engañado por, la serpiente. No oirás a Quien crees oír y a Quien profesas servir. Tampoco es que sólo la mujer tenga la culpa… tú eres el hombre (2 Samuel 12:7).
Esta es la secuencia de los eventos, aún en desarrollo: Dios le habló al hombre. La serpiente le habló a la mujer. La mujer fue engañada; el hombre desobedeció a Dios y la siguió a ella en vez de seguirlo a Él. La relación con Dios se cortó. La muerte reinó. A esto le llamamos “La Caída” o “pecado original.”
Jesucristo vino a revertir la situación por medio de la cruz y la resurrección. Ahora en este último día, el hombre debe arrepentirse de buscar dirección en su esposa, quien es inspirada por la serpiente (no importa cuán piadosa y fiel parezca ser ella). Él debe volverse a creerle y obedecerle a Dios. Si la mujer sigue al hombre, ambos son restaurados al Paraíso. De allí, todas las cosas son restauradas a su debido tiempo.
La reversión ha comenzado. El Señor reina supremo sobre todas las cosas. ¡Aleluya!
Este documento ha tratado sobre la autoridad ordenada en el matrimonio. Sin embargo, ¿son las mujeres de menor importancia para Dios que los hombres, o las esposas que los esposos?
Ni en lo más mínimo. La mujer no es más pecaminosa que el hombre y no menos capaz de oír la voz de Dios y ser la escogida de la pareja para creer. Hemos visto tantas esposas como esposos apartarse de sus cónyuges y volverse a Dios. Dios no hace acepción de personas.
Así como el esposo no tiene que esperar que la esposa esté de acuerdo, así la esposa no debe vacilar en seguir al Señor, aunque el esposo no esté de acuerdo con ella. Si ella vacilara sería para su perdición. Ella debe dejar a su esposo y todas las cosas que se pongan en el camino de la obediencia a su Señor y Salvador.
Un excelente ejemplo de una esposa de fe es Abigail, quien estaba casada con Nabal. Nabal era un necio, que hacía honor a su nombre, mientras que Abigail era una mujer justa. Cuando Abigail sintió que su esposo estaba actuando de manera egoísta e injusta y consecuentemente poniendo en peligro su casa, ella intervino y salvó su casa de ser traspasada por la espada y a David de traspasar con su espada. El Señor mató a Nabal y le dio Abigail a David como esposa. (Lea 1 Samuel 25.)
Mujer, en fe, tú no eres menos. ¿Te está llamando Dios a Él?
La conclusión del asunto es que nos volvamos al Gran Esposo de todos, el Señor de señores, creyendo en Él más que en nuestros cónyuges, y tomando nuestro lugar debido delante de Él.
Lea The Vashti-Esther Transmutation y Doctrina Diabólica: Las Mujeres Son Llamadas como Ministros de Dios, en Autoridad Espiritual Sobre los Hombres.
Considere la alternativa a creer en esta doctrina: Vuelva al orden y autoridad como Dios lo mandó. Arrepiéntase y ahora deje que ocurra “El Levantamiento,” en vez de “La Caída.” ¡Sea restaurado al Edén y a la comunión con su Hacedor, su Señor y Salvador!
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