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Paul le escribe a Lee sobre su pregunta acerca del bautismo en agua:
Hola Lee; he regresado de mi viaje por Canadá.
“Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a predicar el evangelio; no en sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo” (1 Corintios 1:17 RVG).
Creo que esto resume lo que pensamos acerca del bautismo en agua, según lo que el Señor está haciendo hoy, y lo que ha hecho en nuestras vidas. No estamos aquí para bautizar en agua, sino para predicar a Jesucristo, de acuerdo al Espíritu de Verdad, para que la gente sea bautizada en Su Espíritu y llegue a conocerle a Él.
¿Qué es lo que tú piensas, y por qué preguntas?
La respuesta de Lee:
Por mucho tiempo he considerado que estoy en Cristo y no me he bautizado aún, lo cual significa que no puedo unirme al club de la iglesia de nadie. Mi problema es que nunca he encontrado a una persona que me pareciera digna para la ocasión. Me han dicho que tengo un problema de actitud y yo creo que tengo problemas con el espíritu impuro de ellos que se mueve hacia mí que se mueve hacia mí. O algo similar.
La respuesta de Paul:
Hola Lee,
Creo que entiendo lo que está diciendo acerca de ser bautizado por hombres. Tal vez puedas decir más acerca de cómo alguien califica como digno de bautizar a otros. Si los que debían bautizarte están allí para representar sus obras (organizaciones eclesiásticas), bautizándote en sus “clubes”, como tú dices, ¿por qué esperarías que ellos fueran representantes de Cristo y Su Nombre? ¿Son los que representan intereses sectarios enviados por Él? Si así fuera, ellos serían dignos, y tú podrías ser el que tiene el problema. Si ellos no representan a Cristo, ¿por qué buscan a los vivos entre los muertos?
El apóstol Pablo sí dijo que los sectarios son carnales y que necesitan maestros, en lugar de ser maestros ellos mismos. Y estaba hablando de verdaderos creyentes que se comportaban de manera sectaria. Hay quienes son sectarios que nunca han conocido al Señor, ni han recibido nada de Él.
Pero todavía no estoy seguro de por qué quieres ser bautizado. ¿Puedes decirnos?
Pablo también dijo que él no fue enviado a bautizar, y por lo tanto, intencionalmente o no, se contrastó con Juan (el Bautista) que fue enviado para ese propósito. Aparentemente algo había cambiado drásticamente desde la época de Juan. ¿Qué era? Incluso Jesús fue bautizado con agua, “para cumplir toda justicia”, como Él lo dijo. Sin embargo, Pablo no fue enviado por Dios para bautizar con agua ni siquiera a los que él evangelizó. Si el bautismo en agua era tan crucial para el nuevo creyente, como muchos piensan y actúan, uno tendría que preguntar, “¿Por qué no lo hizo Pablo?”
Lo que vemos con el bautismo de Juan es que el Salvador fue anunciado y presentado a los hijos de Israel, a quienes Él vino a salvar. Aquellos que vinieron a ser bautizados por Juan en el río Jordán fueron dados para identificarse con la obra de Dios que apuntaba a Cristo a través del arrepentimiento y la confesión de pecados. El bautismo en agua, una demostración de la muerte a uno mismo, apuntaba a la vida que seguiría a través del perdón de pecados y el poder de resurrección de Jesucristo.
Después que el Señor fue glorificado y Su Espíritu fue dado a los hombres, los hombres de Dios ya no eran enviados a bautizar en agua (como lo dijo Pablo), sino para predicar el arrepentimiento y el recibimiento del Espíritu, lo que trae el verdadero cumplimiento de lo que fue prefigurado y representado simbólicamente por el bautismo en agua. La muerte a uno mismo no era (ni es) posible sin el poder de Dios desde adentro. Los discípulos no pudieron identificarse con el Señor Jesucristo hasta después de recibir el Espíritu. Hasta que Cristo fue glorificado y su Espíritu derramado desde lo alto, ningún hombre podía seguirlo a través de la espada de fuego para participar del Árbol de la Vida. Fue para este propósito que Él vino.
Cuando llegó la Sustancia, la sombra ya no era necesaria. El bautismo en agua fue un signo dado para una transición histórica que precedió y anunció la Sustancia por venir, la venida del Señor Jesucristo por Su Espíritu, como Juan lo profetizó:
“Y predicaba, diciendo: Viene tras mí Uno que es más poderoso que yo, a Quien no soy digno de desatar encorvado la correa de Su calzado. Yo a la verdad os he bautizado en agua; pero Él os bautizará con el Espíritu Santo” (Marcos 1:7-8 RVG).
Juan también mostró la naturaleza temporal de su obra por cómo reaccionó cuando Jesús vino a él para el bautismo en agua, reconociendo que era él quien necesitaba el bautismo del Espíritu de Cristo. Esto es lo que sucedió:
“Pero Juan Le resistía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?” (Mateo 3:14 RVG)
Pero ese tiempo aún no había llegado porque Jesús aún no había sido glorificado. Jesús hablaba de la venidera promesa de vida eterna por dentro, y el apóstol Juan explicó el cumplimiento de esta promesa:
“El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. (Pero Él decía esto acerca del Espíritu, el Cual los que creyeran en Él debían recibir, porque el Espíritu Santo aún no había sido dado, porque Jesús aún no había sido glorificado)” (Juan 7:38-39 RVG).
El Espíritu no fue dado hasta después que Jesús fue ofrecido y resucitado de entre los muertos. Fue entonces cuando Él fue glorificado. Eso tuvo lugar inicialmente en Pentecostés, la segunda gran Fiesta de Dios. Ese fue el comienzo de la glorificación de Jesús en la humanidad. Hasta entonces, Él no podía bautizar a los discípulos con Su Espíritu. Él lo expresó de varias maneras, tales como:
“Yo he venido para echar fuego sobre la tierra; y ¡cómo quisiera que ya estuviera encendido! Pero de un bautismo tengo que ser bautizado, y ¡cómo Me angustio hasta que se cumpla!” (Lucas 12:49-50 LBLA)
¿De qué otra manera podría enviar fuego sobre la tierra, sino en y por medio de los bautizados por el Espíritu Santo y fuego?
Y Él prometió a los discípulos que ellos participarían de este bautismo:
“Jesús les dijo: ‘Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que Yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que soy bautizado?’ Le respondieron: ‘Podemos’. Y Jesús les dijo: ‘La copa que Yo bebo, beberán; y serán bautizados con el bautismo con que Yo soy bautizado’” (Marcos 10:38-39 RVG).
Así podemos ver que el bautismo en el Espíritu no vino antes de que Cristo resucitara de entre los muertos, incluso sobre el más grande de los profetas, Juan el Bautista. El que fue enviado a bautizar necesitaba Su bautismo. Pero las primeras cosas tienen que venir primero. El arrepentimiento y la identificación con la obra de Dios, el lugar donde Él puso Su Nombre, son componentes necesarios de la preparación para recibir Su Espíritu. Entonces, con el bautismo del Espíritu Santo, viene el cumplimiento de lo que fue simbolizado por el bautismo de agua:
“¿O ignoráis que todos los que fueron bautizados en Cristo Jesús fueron bautizados en Su muerte? Por lo tanto, fuimos sepultados con Él por medio del bautismo en la muerte, para que así como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también debemos andar en novedad de vida. Porque si hemos sido unidos en la semejanza de Su muerte, así también estaremos en la resurrección, sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Él, para que el cuerpo del pecado pudiera ser anulado, para que ya no sirvamos al pecado” (Romanos 6:3-6 LITV – Traducción Literal).
Ahí no está hablando del bautismo en agua (el cual es simbólico), sino del bautismo de Su Espíritu (el cual es la Sustancia), porque sólo a través del Espíritu de Cristo (Quien venció a la muerte), los hombres pueden ser resucitados de entre los muertos y luego habilitados por Su Espíritu para caminar en novedad de vida, ya no sirviendo al pecado. Esta es Su promesa para nosotros, aquí y ahora, y después para siempre. ¡Gloria Aleluya!
“Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad; y habiendo sido llenos, ustedes están en Él , que es la Cabeza de todo dominio y autoridad, en Quien también fueron circuncidados con una circuncisión no hecha de manos, en el despojamiento del cuerpo de los pecados de la carne, por la circuncisión de Cristo, siendo sepultados con Él en el bautismo, en Quien también ustedes fueron levantados por la fe de la obra de Dios, resucitándole de entre los muertos” (Colosenses 2:9-12 LITV).
El único bautismo que levanta a los muertos es el que vino después de que Jesús fue glorificado, habiendo levantado de entre los muertos Él Mismo. El bautismo en agua fue una señal y obra de Dios necesaria para el tiempo que precedió a Su resurrección, indicando lo que iba a venir, históricamente por Jesús, e individualmente por Cristo viniendo en Sus santos. Jesús aludió a esto en Su respuesta a la pregunta de Juan sobre bautizarlo a Él:
Jesús le respondió: “Hazlo así por ahora, pues debemos cumplir con lo que Dios manda”. Juan estuvo de acuerdo” (Mateo 3:15 TLA).
¿Y cuándo completó todo lo que Dios requería, cumpliendo toda justicia? Hay dos respuestas. La primera es:
“Y cuando hubieron cumplido todo lo que estaba escrito acerca de Él, quitándolo del madero, Lo pusieron en un sepulcro. Pero Dios Le resucitó de los muertos” (Hechos 13:29-30 RV).
La segunda es:
“Porque lo que era imposible para la Ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a Su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la Ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:3-4 RVG).
La señal del bautismo en agua comenzó a desvanecerse al llegar lo que señalaba, según los principios de Dios:
“Mas cuando venga lo que es perfecto, entonces lo que es en parte se acabará” (1 Corintios 13:10 RVG).
Esto explica cómo Cornelio y los gentiles recibieron el Espíritu sin el bautismo en agua. Ellos habían cumplido los requisitos de arrepentimiento y obediencia, recibiendo y creyendo a los hombres de Dios enviados a ellos, y Dios, sabiendo mejor que el hombre lo que era requerido, los bautizó con Su Espíritu. No había necesidad de bautismo en agua. Ellos tuvieron lo Verdadero, que es lo que Juan el Bautista había querido de Jesús. El tiempo había llegado, y ahora está aquí también.
Sí, el apóstol sumergió a los gentiles en agua después de haber recibido el bautismo en el Espíritu, pero eso era, creo yo, innecesario. No lo considero un error; era simplemente un tiempo de transición. Todos pasamos por tales cosas, y Dios no nos condena por eso, ni espera que sea de otra manera. De hecho, actuando según la conciencia y la fe, Pedro y sus compañeros hicieron lo correcto reconociendo la aceptación de Dios de los gentiles a través del acto del bautismo en agua. Tenía que suceder de esta manera.
Considera también que, aunque los discípulos de Éfeso fueron bautizados en agua (Hechos 19), aún faltaba lo que Cornelio y su familia tuvieron sin el bautismo en agua, aunque los efesios habían caminado en arrepentimiento durante muchos años, conociendo solamente el bautismo de arrepentimiento de Juan.
Otro punto a tener en cuenta: Si el bautismo en agua es tan importante, ¿por qué Dios no ha provisto a alguien para que te bautice, Lee? Y buscas a alguien “digno”. ¿Qué hombre es digno? Jesús dijo:
“Y Él le dijo: ¿Por qué Me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino uno, Dios. Y si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:17 RVG).
Y Pablo dijo:
“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno. No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios” (Romanos 3:10-11 RVG).
De nuevo, esto nos lleva a concluir, como Juan Le dijo a Jesús: “Yo necesito ser bautizado por Ti”.
Incluso ahora, no estamos en contra del bautismo en agua y bautizaremos a aquellos que crean que deben ser bautizados con agua, pero nosotros no hemos sido guiados a bautizar a ninguno de los que el Señor nos ha traído. El Señor no lo ha hecho un requisito o problema. La adoración de Dios en espíritu y en verdad no está en lo físico de las ordenanzas o rituales. Si así fuera, todos los bautizados en agua vivirían vidas justas y fieles, y la Iglesia Católica sería la entidad más santa de la tierra. Tal como está, es la más vil, con toda su dedicación de los sacramentos, por no mencionar sus muchas otras formas físicas de adoración en Su Nombre. (Algunos dicen que los católicos no bautizan verdaderamente porque rocían, pero estos “protestantes” que se sumergen completamente no producen los frutos de rectitud y fe tampoco).
Aquí está el asunto concerniente a la intención y propósito de Dios para los santos:
“Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también ustedes fueron llamados en una misma esperanza de su vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos” (Efesios 4:4-6 NBLH).
El agua nunca ha llevado a nadie a la unidad con Dios, pero Su Espíritu sí. Éste es el único bautismo del cual Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, habló:
“Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya judíos o griegos, ya esclavos o libres. A todos se nos dio a beber del mismo Espíritu” (1 Corintios 12:13 NBLH).
Consideremos más a fondo lo que Dios ha dicho acerca del día de Cristo para ver lo que está sucediendo, algo que los ángeles anhelan mirar, el día que está aquí:
“Acerca de esta salvación inquirieron y diligentemente indagaron los profetas que profetizaron de la gracia que había de venir a vosotros, escudriñando cuándo o en qué punto de tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, cuando prenunciaba los sufrimientos de Cristo, y las glorias después de ellos. A los cuales fue revelado, que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales desean mirar los ángeles” (1 Pedro 1: 10-12 RVG).
Ahí está el testimonio de los dolores y la gloria que sigue. ¿No es ésta la muerte que significada el bautismo en agua, y la gloria a seguir en Su resurrección y el derramamiento de Su Espíritu? ¿Y no sufrimos tribulación para entrar en el Reino, como el Rey tuvo que hacerlo, y prometió que nosotros lo haríamos también? Jesús hizo esta pregunta después de Su resurrección:
“¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en Su gloria?” (Lucas 24:26 RVG)
Pedro habló específicamente de Su gloria siendo manifestada a los hombres, cuando los discípulos recibieron Su Espíritu:
“A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que ahora vosotros veis y oís” (Hechos 2:32-33 RVG).
Pablo también habló de estas cosas de otra manera:
“Y nosotros os anunciamos el evangelio de aquella promesa que fue hecha a los padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros; resucitando a Jesús; como también en el salmo segundo está escrito: Mi Hijo eres Tú, yo Te he engendrado hoy” (Hechos 13:32-33 RVG).
Pablo dice que la promesa se cumplió para nosotros cuando Jesús fue resucitado, y Pedro muestra cómo llegó manifestarse en Pentecostés. Las mercancías pagadas, ahora entregadas. Pero ¿cómo es que sólo en la resurrección, Jesús fue declarado ser el Hijo de Dios? Porque sabemos que antes de la resurrección Él ya era el Hijo de Dios:
“Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente Tú eres el Hijo de Dios” (Mateo 14:33 RVG).
“Simón Pedro respondió y dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16 RVG).
“Entonces todos dijeron: ¿Luego eres Tú el Hijo de Dios? Y Él les dijo: “Bien dicen ustedes que lo soy” (Lucas 22:70 EMTV-TI).
Así que si Él ya era el Hijo de Dios, ¿qué es esta conversación acerca de que Él fue engendrado cuando resucitó? ¿Cómo fue engendrado después de Su resurrección? La respuesta es la clave para nuestra consideración del bautismo en agua, y lo que realmente está en juego para quienes oirían Su voz hoy y lo seguirían. Escucha lo que dijo:
“Entonces Jesús les respondió, diciendo: Ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre ha de ser glorificado. Puedo garantizarles esta verdad: un solo grano de trigo no produce nada a menos que sea plantado en la tierra y muera. Si muere, produce una gran cosecha” (Juan 12:23-24 GW-TI).
Incluso el Hijo de Dios no podía producir nada sin morir primero. Jesús tuvo que ir primero, abriendo el camino para nosotros. Sin la muerte, no habría Cuerpo, y la Cabeza necesita el Cuerpo. Sólo por la muerte y resurrección del Hijo de Dios podría haber un nuevo nacimiento para nosotros y un Cuerpo para Él. Porque esto no es sólo vida en él, sino vida para Él. Este fue el testimonio de los profetas, el que Pablo dijo que fue:
“…Acerca de Su Hijo, que nació de la descendencia de David según la carne, y que fue declarado Hijo de Dios con poder, conforme al Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos: nuestro Señor Jesucristo, por medio de Quien hemos recibido la gracia… para la obediencia a la fe entre todos los gentiles, por amor a Su Nombre” (Romanos 1:3-5 LBLA).
Él era el Hijo de Dios, pero Él se hizo el Hijo de Dios con poder después de Su resurrección. Ya no estaba limitado. Él nos bautizó con Su Espíritu, y nos dio la gracia y la verdad por la cual vivir. Él trajo Su Cuerpo a la vida. Al tomar la cruz por medio de la fe (Su fe), identificándonos con Él en Su muerte, Su poder de resurrección nos eleva de entre los muertos, para que vivamos sin pecado. De esta manera Él prevalecerá sobre todas las cosas. Por el bautismo en Su Espíritu, nacemos de nuevo como parte de Su Cuerpo, y el Hijo de Dios es potenciado, como está escrito:
“Y sometió todas las cosas bajo Sus pies, y Lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su cuerpo, la plenitud de Aquél que todo lo llena en todo” (Efesios 1:22-23 RVG).
Todo esto fue prefigurado en el acto del bautismo en agua. Él significaba el camino – llevado a la muerte y resucitado a una nueva vida. Eso es lo que le pasó a Él. Eso es lo que nos sucede a nosotros, no figurativamente, sino en realidad.
Hay una similitud en el propósito del bautismo en agua con los sacrificios de animales del primer Templo. Estos sacrificios predijeron la venida de Cristo, enseñando la remisión de los pecados por el derramamiento de sangre. Cuando el sacrificio que quita los pecados de una vez por todas fue cumplido, el lugar santo no hecho de manos, el segundo Templo eterno, fue abierto a la humanidad. Ya no era necesario el primer Templo. Dentro de una generación, fue quitado.
Así también el bautismo en agua fue dado para enseñar al Israel espiritual sobre el poner la vida y la resurrección que sigue. Cuando el segundo bautismo, el bautismo con el Espíritu Santo y fuego, había llegado, el primero y simbólico ya no era necesario. Se cumplió. Cuando ha venido lo que es glorioso, Cristo en nosotros, la esperanza de gloria, aquello que anuncia la gloria se desvanece. Esto está de acuerdo con la Escritura:
“Porque este es el pacto que haré con los hijos de Israel después de aquellos días; pondré Mis Leyes en sus mentes, escribiéndolas en sus corazones, y Yo seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo. No será necesario que cada uno enseñe a su hermano, o a su prójimo, diciendo: Éste es el conocimiento del Señor, porque todos ellos Me conocerán, desde el menor de ellos hasta el mayor. Porque seré propicio a sus injusticias, y de sus pecados y de sus iniquidades no me acordaré más. Y al decir: Nuevo pacto, da por viejo al primero; y lo que es dado por viejo y se envejece, cerca está a desvanecerse” (Hebreos 8:10-13 RVG).
Juan el Bautista indicó que esto sucedería:
“Es necesario que Él crezca, y que yo mengüe” (Juan 3:30 RVG).
El propósito completo de que Dios tomara carne humana era para que todos pudieran menguar, para que Él pudiera crecer. Él vino a producir muchos granos. Él no necesitaba convertirse en Dios, porque Él ya era Dios. Pero Él necesitaba morir para hacernos uno con Él. Ésa es la manera, la única manera, que la humanidad será salvada. Si hubiera un camino más fácil, Él podría haberlo hecho, pero no lo había. Esta es la manera en que cada alma llegará a conocerlo a Él – Su grandeza, Su misericordia, la gloria de Su obra de creación – y todos se regocijarán con gozo inefable, alabándolo a Él.
Por eso dice: “Este día Te he engendrado”. Dios siempre existió, y nunca pudo ser engendrado. “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1). Pero que el hombre naciera en Él era algo nuevo, que comenzó con la resurrección del Hijo unigénito de Dios. No hay otro propósito o razón para el Hijo unigénito que engendrarnos como Sus hijos.
“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a Su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él” (1 Juan 4:9 RVG).
“Porque a los que conoció de antemano, también predestinó para ser conformado a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el Primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29 LITV).
Malaquías, el último profeta antes de Juan, profetizó estas cosas cuando habló de que Juan fue enviado a Israel, para preparar el camino para el Señor. Oiga lo que el Señor dijo:
“Yo envío a Mi mensajero y él preparará el camino delante de Mí. Y vendrá de repente a Su templo el Señor a Quien ustedes buscan; el mensajero del pacto en Quien ustedes se complacen, ya viene; dice el SEÑOR de los ejércitos. ¿Pero quién podrá soportar el día de Su venida? ¿Y quién podrá mantenerse en pie cuando Él aparezca? Porque Él es como fuego de fundidor y como jabón de lavanderos. Y Él se sentará como fundidor y purificador de plata, y purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como a oro y como a plata, y serán los que presenten ofrendas en justicia al SEÑOR” (Malaquías 3:1-3 NBLH).
Aquí no se habla del bautismo en agua, sino que se habla de llegar a nuestro final por el bautismo de fuego. Ese es el bautismo del Espíritu Santo. Ese es el bautismo que queda. Ahí es donde Él cambia el corazón y la naturaleza. El bautismo en agua no cambia nada.
Juan vino a mostrar el camino. El camino es el arrepentimiento seguido por la muerte. Es la humillación, la humillación máxima. Hoy en día la gente abraza gustosamente los signos externos, algunos de los cuales fueron ordenados por Dios, incluyendo la cáscara muerta del bautismo de agua del primer siglo, cuyo propósito desapareció hace tiempos. Ahora es un ritual vacío que es usado por muchos como sustitución de la Sustancia.
¿Qué crees que son los “Bautistas”? ¿Por qué se nombran a sí mismos según una ordenanza física, que sólo representa la Realidad, Jesucristo? La gente ha rechazado la Sustancia, Quien viene con el fuego que redime, pensando que con sus obras muertas podrían tener algo. Ellos eligen permanecer en sus pecados. Ellos están engañados. Ellos han estado dispuestos a jugar, pero no están dispuestos ni pueden ser bautizados con Su bautismo. Nosotros estamos aquí, por la gracia de Dios, para encender la luz de modo que los hombres puedan ver, saber, ser juzgados y arrepentirse, y luego ser bautizados por Él.
El Señor requiere obediencia a su dirección actual, y no a nuestra servil interpretación y recreación de los acontecimientos pasados. Él está siempre presente, viviendo y dirigiendo Su Cuerpo. Nuestras interpretaciones y dirección propia no van a ninguna parte y pueden engañarnos en el pensamiento que tenemos algo cuando no es así. Pero Su Palabra es segura, y Su dirección conduce a la vida, así que nos aseguramos de hablar fielmente todo lo que Él nos da. Él nos ha dado a conocer Su gracia y verdad, por lo cual estamos muy agradecidos. Que se haga La voluntad del Señor Jesucristo. Debemos menguar, para que Él pueda crecer.
Paul
La respuesta de Víctor:
Lee,
Me gustaría compartir contigo algunas experiencias relacionadas con el bautismo en agua. Yo fui bautizado por primera vez en la Iglesia Alianza, meses después del arrepentimiento. Luego fui a una escuela Bíblica Bautista del Sur y allí insistieron en que me bautizaran de nuevo porque no había sido “bautizado en una iglesia local”. Luego vinieron pentecostales y me dijeron que necesitaba ser bautizado en el Nombre de Jesucristo (Hechos 2:38) y no en los meros títulos de Padre, Hijo y Espíritu Santo, como había ocurrido. Estoy de acuerdo con los pentecostales de que si uno va a ser sumergido, el Nombre, y no los títulos, debe ser utilizado.
Ahora, yo siempre buscaba que algo me pasara cuando me bautizaban. Nunca sucedió, y llegué a entender por qué. Simplemente, eso no está en el bautismo de agua. A los cinco años de haber recibido el Espíritu, bauticé a Pat Pellerin, Sheila Ahenakew, Marj Harris, Deloris Molnar, Lois, Trevor y Mark Benson, Archie y Cathie Hafichuk, Bob Hafichuk, Marilyn Robak, Ann Doucet, Mark Archer y Dave Grier, y a Paul Cohen, quien te ha escrito.
No vi ningún cambio en ninguno de los que bauticé, ni durante ni después, como resultado del bautismo en agua. Ellos no miraron un cambio en sí mismos. De todos los bautizados, sólo Paul, Lois, Mark y Trevor permanecen. La mayoría se ha ido, simplemente nos han dejado, algunos incluso condenándonos. En cuanto a otros con nosotros ahora, ellos creen, pero no han sido bautizados con agua. Sara es un ejemplo. Dios le dio el bautismo esencial, siendo sumergida en Su Espíritu, por Su Espíritu, y ella ahora sirve bien en su llamado con nosotros, con agradecimiento y gozo.
Adición, Julio de 2017De todos aquellos evangélicos que dejamos atrás, la mayoría se opuso al bautismo en el Espíritu Santo, aunque la mayoría fueron bautizados con agua. ¿Qué te dice eso? Como dice Pedro:
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado por el Espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados; los cuales en tiempo pasado fueron desobedientes, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se aparejaba el arca; en la cual pocas, es decir, ocho almas fueron salvadas por agua. A la figura de lo cual el bautismo que ahora corresponde nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como testimonio de una buena conciencia delante de Dios) por la resurrección de Jesucristo, el Cual habiendo subido al cielo, está a la diestra de Dios; estando sujetos a Él, ángeles, autoridades y potestades” (1 Pedro 3:18-22 RVG).
De nuevo, no tenemos problema con bautizar en agua a nadie por asuntos de conciencia. Es Bíblico, no desautorizado, aunque estaba destinado para otro tiempo como ha pasado con muchas cosas registradas en las Escrituras. El único problema sería que nuestra confianza o dependencia estuvieran en eso. Todo es siempre por dentro, y nunca por fuera, ya sea el Tabernáculo, las tablas de piedra, el arca de la alianza, la vara de Aarón, el maná, la serpiente de bronce, el templo, los sacrificios, el sacerdocio levítico, la Torá, la circuncisión, la “Santa Cena”, el matrimonio, la “Tierra Santa”, el bautismo en agua, un altar, un púlpito, un edificio de iglesia, cuadros, imágenes o cualquier persona, incluyendo aun a Jesucristo en la carne.
“De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ahora ya no Le conocemos así” (2 Corintios 5:16 RVG).
El Reino de Dios está adentro. Jesucristo, el que está vivo para siempre, es de Quien se trata. A Él, y solamente a Él, sea toda la gloria. Amén.
Víctor tiene otro pensamiento para Lee:
Hola Lee, aquí Víctor,
No tengo ninguna duda de que ya abordamos este asunto en la correspondencia anterior, pero mientras yo estaba cavando diente de león fuera de mi césped el otro día, recordé cómo dijiste que no había ningún hombre que creyeras digno de bautizarte (o palabras en ese sentido). Creo que Paul respondió que ningún hombre es digno, pero que si el bautismo es necesario, alguien debe hacerlo, aunque no tiene sentido ser bautizado por charlatanes que se presentan como ministros de Cristo. Al contrario, ¿por qué deberían ellos tener el privilegio?
El pensamiento que me vino a mí al reflexionar sobre tu declaración, de la nada por así decirlo, es el siguiente: “¿Era digno Juan el Bautista de bautizar a Jesús?” Eso fue todo lo que me vino a mí.
La respuesta de Lee:
A veces creo que Juan Bautista y yo tenemos mucho en común, pero eso es otra historia. Así que no era la misión de Juan como una sombra del espíritu apartado para hacer esto y Jesús dijo que era él como Elías.
Que el verdadero Elohim te bendiga
Lee
La respuesta de Paul:
Hola Lee,
Escribí esta carta antes de que llegara tu última nota. Creo que responde a tu pregunta, pero puedes explayar más si no, y haznos saber lo que ves.
Sí, Juan fue enviado por Dios, como el que clama en el desierto para preparar el camino del Señor, llamando a la gente al arrepentimiento. A causa de esto el Señor lo llamó el más grande de los profetas nacidos de mujer. Pero aquí está lo que sucedió cuando el Señor vino a Juan para ser bautizado:
“Pero Juan le resistía, diciendo: ‘Yo necesito ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?’” (Mateo 3:14 RVG)
El punto de esto es que si no había persona en la tierra digna de bautizar a Jesús, y aun así fue bautizado como requisito para cumplir toda justicia, entonces la idea de que no haya nadie digno de bautizarte a ti no debería impedir que seas bautizado si es una cuestión de obediencia y de cumplir algo requerido de ti. ¿Lo entiendes? ¡Si Jesús hubiera tenido que esperar a que alguien digno Lo bautizara, nunca habría sucedido!
¿Puedes decir qué te está pidiendo Dios a ti? ¿Te lo ha mostrado Él? Si no fuiste obediente cuando se te requirió, puede ser que tú necesites arrepentirse ahora. Puede haber sido sólo tu conciencia que te inducía a querer ser bautizado, pero aun allí no debías desobedecer. En cuanto a este asunto, creo que las palabras de Pablo se aplican, “Que cada hombre esté completamente convencido en su propia mente.” ¿Estás tú convencido?
Es cierto que ninguno de nosotros es digno de la atención de Dios, pero porque Él ha decidido hacernos el objeto de Su amor, tenemos una solemne responsabilidad hacia Él. Le debemos todo. Él se hizo siervo y sufrió la muerte a nuestro favor, y al hacerlo así Él nos hizo dignos:
“Me diste asimismo el escudo de Tu salvación, y Tu diestra me sustentó, y Tu benignidad me ha engrandecido” (Salmos 18:35 RVG).
Pero yo no hablo como de un hecho histórico, sino experiencial. Cada persona debe entrar, en su propio orden, por la fe, perseverando hasta el fin.
Paul
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